miércoles, 18 de noviembre de 2015

El intelectual patrio



Bajo la dictadura de Stalin cualquier ciudadano podía ser detenido en la calle sin ningún motivo. Sabemos que al dictador no le importaban las causas para exterminar gente. Sin embargo, puso especial interés en liquidar a los intelectuales. Se le atribuye a Goering la celebérrima frase “cuando oigo hablar de cultura quito el seguro de mi Browning”. En cierto modo, comunistas y nacionalsocialistas sabían lo que hacían. Los intelectuales ciertamente tenían más peligro que un político exaltado. Estamos hablando de intelectuales de la talla de Thomas Mann o Hermann Hesse en el caso alemán, o de Solzhenitsyn en el caso soviético. Como se dice habitualmente, “lo de antes sí que eran tomates”. Pues eso, que lo de antes sí que eran intelectuales. Ahora la izquierda progre tiene un elenco de intelectuales que es para echar a correr y no parar. A los intelectuales patrios les gusta hacer manifiestos, imagino que para emular eso del “Manifiesto comunista”, que es muy molón. Solo los firman cuando gobierna la derecha. Casi no hace falta ni que la derecha comience a gobernar. En cuanto el intelectual patrio huele que la derecha va a gobernar, ya está firmando un manifiesto alertando a la humanidad de las catástrofes que se avecinan. El vocinglero Willy Toledo afirmó exiliarse al no soportar ver a su España gobernada por la pérfida derecha, convertida para él en fascismo. ¿A dónde emigró nuestro querido intelectual? A Cuba, nada más y nada menos. Me consta que Willy (un nombre muy español si) ha sufrido depresiones de las gordas, de esas que se tratan con pastillas de las que atontan, lo cual explica tan extraña reacción. Así que mejor dejar el caso para la medicina. De no ser porque el actor metido a política es habitual en la firma de manifiestos. 

Otro intelectual con gusto por los manifiestos es nuestro internacional (hay que anteponerlo claro) Pedro Almodóvar. Y aquí el asunto es más espinoso porque el director es muy apreciado en países como Francia o Estados Unidos y eso, amigos, en nuestra acomplejada España significa elevar a los altares (válgame la expresión) a quien lo consigue. Que yo recuerde, en todos los créditos de las películas de Almodóvar aparece algún tipo de subvención estatal. El director triunfó durante el mandato de Felipe González, en los felices 80. Es comprensible que el bueno de Pedro recuerde aquellos años como los más felices de su vida. Pero la vida pasa, uno crece y se desespera. Ya no se es lo que se era, claro. Así, vemos a un Pedrito totalmente malhumorado en la entrega de Goyas porque le da mucha cosa estar ahí mientras la derecha gobierna. Es que los intelectuales como él quieren tener un IVA más bajo que los demás porque lo que ellos nos ofrecen es imprescindible para la humanidad. Sin ellos, todos estaríamos perdidos. Y eso no lo pueden permitir. En realidad, cuando luchan por subvenciones y bajadas de IVA están luchando por el bien de la humanidad. Es que nos hacen un favor, oye. ¿Cómo va a sobrevivir un país sin películas de monjas adictas a la heroína? Hombre claro, eso no es posible, ¿verdad Pedro? Y así, mientras los ciudadanos “normales” nos deslomamos trabajando 8 horas al día y pagamos religiosamente nuestros impuestos, en el caso de ser afortunados y tener trabajo, nuestros queridos intelectuales reclaman como cacatúas que hay que bajarles el IVA, subvencionarles y, en definitiva, hacerles millonarios para que puedan llevar su tren de vida. 

¿Y qué es lo más grave del asunto? Pues que los ciudadanos tienden a ver a estos intelectuales como si realmente lo fueran y tienden a creer que la cultura es un bien al que hay que subvencionar siempre. Párense a pensar qué es más imprescindible para nuestra vida, si un paquete de arroz o una película de Amenábar (director éste con más riesgo de “almodovarizarse” que ninguno) o un libro de Maxim Huerta.

La última ocurrencia de nuestra intelectualidad progre ha sido firmar un manifiesto para que toda la izquierda patria se una contra el demonio de la derecha. Ver el listado de firmantes es ver la realidad de España. Nada de un Orwell o un Thomas Mann, no señores, estamos hablando de intelectuales de la talla de Pedro Almodóvar, Iciar Bollaín, El Gran Wyoming, Carlos Bardem, Fernando Tejero, Unax Ugalde o Nacho Vegas. Toda esta gente firma un manifiesto para que la izquierda se una y pueda vencer a la terrible derecha que, al parecer, es imbatible. Y así vemos la calidad democrática de estos intelectuales, incapaces de aceptar que en su juego de las urnas pueda haber otras opciones que no sean las suyas . Estos intelectuales solo provocan a las masas para que se manifiesten en las calles cuando gobierna la derecha. Pero tranquilos, en democracia tarde o temprano termina gobernando esa izquierda tan suya. Y gobernará, no cabe ninguna duda. Y cuando así sea, podremos comprobar cómo resurge una nueva edad dorada de la cultura en donde todos los españoles irán obedientes al teatro, a la ópera, comprarán discos, libros y películas y ya nadie robará películas ni canciones de Internet porque todos estarán bien concienciados de que tienen que mantener a sus intelectuales para que les iluminen con sus mamarrachadas. 

sábado, 14 de noviembre de 2015

“Libertad, Igualdad y Fraternidad”

“Libertad, Igualdad y Fraternidad”. Esta es la pancarta de un grupo español como respuesta al último atentado islamista de París. No he podido evitar recordar el libelo, probablemente falso pero no por ello menos ingenioso, “Los protocolos de los sabios de Sión” haciendo referencia al lema de la Revolución Francesa:

“Libertad, Igualdad y Fraternidad”, estas palabras con tanta frecuencia repetidas desde entonces, por inconscientes cacatúas que llegaban en masa de todas las partes del mundo, alrededor de una bandera… Los gentiles que se creen sabios e inteligentes, no han reflexionado sobre lo abstracto de esas tres palabras, que pronuncian y no piensan lo poco que concuerdan las unas con las otras y que hasta se contradicen.”

Sin pretender entrar en polémicas con la fuente de dichas palabras, lo cierto es que más certeras no pueden ser. Cuando ayer supe de la noticia, me temí la sempiterna reacción de Occidente: velas, lazos, palabras de condena, manifestaciones y demás reacciones que al enemigo le tiene sin cuidado. Es más, yo creo que les da más fuerza. Nuestra idiotez les hace fuertes, qué duda cabe. 

No nos damos cuenta de que los fundamentos de la Revolución Francesa y su imposición en nuestra forma de pensar, están caducos hace muchos años. Mientras no nos demos cuenta de que somos presos de un sistema ideológico profundamente orwelliano que es nuestro mayor enemigo, seguiremos lamentando atentados cada vez más sangrientos. ¿Por qué nos matan? Porque somos sus enemigos, evidentemente. La sociedad vencedora de la 2 Guerra Mundial gobierna el mundo desde el fin de esa guerra. Y esa sociedad está en guerra contra el mundo árabe desde entonces. Hemos masacrado pueblos enteros, hemos hecho de jueces en países a nuestro antojo. Y ahora, claro, nos matan a nosotros.

Para que España formara parte de los ganadores de la 2 Guerra Mundial tuvo que reconocer al estado de Israel, entrar en la OTAN y en la Unión Europea. Solo a partir de entonces, España ha formado parte de los estados que ponen y deponen regímenes en el Magreb. A partir de entonces España es objetivo de los islamistas. Israel lleva sufriendo el terrorismo árabe desde su fundación. Y ahora el conflicto se amplía, para bendición de Israel, que no tiene que justificar así el trato dado al pueblo palestino. 

La Primavera Árabe solo estuvo en la mente de cuatro imbéciles sin criterio que pretendían que las urnas iban a hacer cambiar a toda una civilización. ¡Esa civilización reniega de nuestra Revolución Francesa señores! Jamás nuestro estúpido juego de las urnas va a cambiar nada. Ver a un árabe depositando su voto en una urna solo satisface a nuestra prensa. 

Yo ya empiezo a rendirme ante la evidencia: son más fuertes que nosotros y nos van a ganar. Mientras nuestra población esté más pendiente de manifestarse contra la violencia de género, o a favor de abortar y demás reivindicaciones modernas, ellos se harán más y más fuertes. Lamentablemente en este mundo no ganan los más justos, ni los que más razón tienen, sino los más fuertes. Y, en pleno siglo de la religión, la fe es siempre la más fuerte. Lo queramos o no. Ellos llevan muriendo por Alá muchos años, y nosotros ya no queremos morir ni por nuestra familia. Pretender vivir en un Edén tiene sus consecuencias. 


Pues nada. Ahora toca manifestarse y  seguir a los políticos tras sus pancartas. Hasta el siguiente atentado, claro. Que Dios nos coja confesados. 

domingo, 8 de noviembre de 2015

Inmigrantes identitarios

Me gusta observar el comportamiento de los inmigrantes, especialmente a los árabes. Cuando los observas, te das cuenta de que tienen un estilo de vida similar al nuestro hace años. Y lo digo como algo positivo. Los jóvenes árabes prácticamente están separados por sexos. En los países árabes es habitual verlos  agarrados de la mano. Recuerdo que cuando era niño siempre iba agarrado por la calle de mi mejor amigo. Eso es algo impensable hoy en día. El mismo Paul Bowles observó en su día que la practica de ir agarrados por la calle estaba desapareciendo en los países árabes por influencia occidental. Se empieza a considerar un acto homosexual. Es una contradicción más de las muchas que tenemos. Nuestra sociedad no solo tolera sino que casi aclama la conducta homosexual. Sin embargo, curiosamente, se apartan conductas que puedan desprender un “tufillo” homosexual, como es el ir de la mano por la calle con tu mejor amigo. Pues bien, la camaradería que observo en los árabes es muy similar a la que se tenía hace no mucho. Los árabes han sido acogidos en nuestra sociedad en base a nuestro concepto de solidaridad. Pero, a la larga, cuando observamos que siguen con sus costumbres, surgen voces discrepantes que sugieren que deben “adaptarse” (ese es el término más usado) a “nuestras costumbres”. ¿Pero cuáles son nuestras costumbres? Resulta que las hemos perdido casi todas y pretendemos que, los que llegan de fuera, se adapten, ¿pero a qué? ¿realmente creemos que las mujeres árabes se van a quitar sus velos y van a enseñar tanga por mucho que vivan en nuestro Edén? No lo van a hacer, por la misma razón que no lo han hecho nunca, por ejemplo, los gitanos. Porque, queramos o no, hay civilizaciones que siguen siendo identitarias. Son conscientes de su identidad y la quieren mantener. Y a mi eso me parece bien, incluso necesario. Solo que nosotros hemos dejado de ser identitarios.

Mi barrio está repleto de inmigrantes. Cuando bajas a la calle, lo normal es ver mujeres árabes hablando entre ellas mientras sus hijos juegan. Esa labor nunca la hacen los hombres. Los chicos juegan. Pero lo hacen de otra manera a la de nuestros hijos, constantemente vigilados por sus primerizos padres, no sea que los secuestre algún malvado pederasta. ¿Por qué tenemos secuestrados a nuestros hijos? ¿Se han dado cuenta de que ni siquiera nos permitimos mostrarlos en televisión, en donde aparecen siempre rodeados por ese ridículo circulito de pixels? Hace no mucho vi a un recién nacido, hijo de famosos por supuesto, con su carita pixelada. Era una imagen patética. En Occidente es impensable pretender fotografiar a un niño. Los enloquecidos padres serán capaces de denunciarte por pederasta. En Japón es otra cosa. No tienen esa imbecilidad en la cabeza. Los padres japoneses casi se ofrecen a que fotografíes a sus hijos, porque están orgullosos de ellos.

Nuestros inmigrantes tienen más hijos que nosotros. Conservan esa bonita costumbre. Nosotros no, porque la costumbre antes de tenerlos es decorar la casa con todo tipo de cachivaches modernos, viajar y en definitiva “vivir” antes de tener un molesto hijo. Los inmigrantes de mi barrio tienen hijos a edad temprana. Nosotros ahora hemos decidido que es mejor ser padres rozando casi la vejez, porque nos han dicho que vamos a vivir mucho y bien. Además, ¿cómo vamos a ser padres con, pongamos por caso, 22 años? No por Dios, con 22 años el joven de turno aun tiene que drogarse y hacer botellones, claro. Tiene que vivir bien la vida. Nuestra próxima generación no habrá conocido a sus abuelos, habrá conocido a sus padres, convenientemente divorciados cuando ellos eran pequeñitos. 

La chusma progresista siempre ha pensado que eso de la mezcla de culturas y razas es una idea maravillosa. Pero una cuestión es el pensamiento de la chusma, y otra muy diferente es la realidad de la presencia de inmigrantes en nuestras calles. Una cuestión es vender esa presencia, con importante calado entre nuestros ciudadanos idiotas, mediante artimañas solidarias, y otra es la realidad. No. Ellos no están aquí para que convivamos todos en armonía haciendo intercambios culturales. Ni siquiera están aquí para pagarnos las pensiones.

Un pensamiento bastante extendido afirma que nuestra civilización está más avanzada que la de ellos. Es más, la gente suele afirmar, tan campante, que los musulmanes van, más o menos, por nuestra Edad Media. La afirmación causa risa y estupor a la vez. ¿Por qué consideramos a nuestra civilización como “avanzada”? ¿Por qué creemos que aquellas civilizaciones, religiosas, están atrasadas por ese hecho? Nuestra chusma cree que por haberse quitado de en medio a la religión,es avanzada. Curiosamente, esa misma chusma es la que acude en masa a psicólogos y psiquiatras. Es la misma chusma que, oh maravilla, alejada de la religión, es incapaz de soportar el dolor, por muy insignificante que sea porque, a pesar de haberse despojado de Dios, aun se sitúa en el antropocentrismo. 

La misma sociedad avanzada, casi reclamó la inmigración, por aquello de que la mezcla de razas y culturas es necesaria. Sin embargo, la mezcla de culturas es el fin de la más débil. Y, mucho me temo, que nuestra civilización está agotada. 

Mientras observo la deriva intelectual de nuestra sociedad, me gusta observar a los inmigrantes de mi barrio. Les veo trabajar en sus pequeños comercios, montados sin nuestra estética de Ikea, con cuatro cachivaches. Les funcionan perfectamente. Tienen sus propias tiendas de alimentación, sus peluquerías… trabajan a cualquier hora. Lo de los derechos de los trabajadores es algo completamente ajeno a ellos. Uno se puede cortar el pelo a las 9 de la noche, mientras nuestra moderna peluquera, que ahora rechaza el término por el más sonoro “estilista”, se encuentra viendo en casa “El Intermedio”. 

Uno de mis mejores amigos es musulmán. Nos conocemos hace más de 10 años. Ha conocido todos los placeres de Occidente pero sigue siendo musulmán. Yo prefiero mil veces hablar con él de cualquier asunto, que con un progre de los nuestros. Los cerebros de nuestra población, con sus ideas humanitarias, su falsa solidaridad de ONG y sus tontorrones derechos sociales, me aburren mortalmente.