“La verdad deviene mentira si es tu
enemigo quien la dice”.
“Todo el mundo se cree las atrocidades
del enemigo y descree de las que hayan cometido los de su propio bando,
sin preocuparse siquiera por tener en cuenta las pruebas.”
George Orwell
Zapatero ha sido el peor presidente del
presente régimen porque hundió la economía, que ha tardado más de diez años en
remontar. Pero pasará también a la historia por su infame “Ley de la Memoria
Histórica”, que el Partido Popular no ha derogado. Lo curioso es que esa ley,
apenas se impuso durante el mandato de Zapatero, y está siendo honrada con
ahínco en la actualidad. Uno de los primeros jueces que se pusieron “manos a la
obra” con la ley fue Garzón que, por fortuna, fue inhabilitado años después. La
megalomanía de Garzón le llevó a exigir en el plazo de dos semanas un listado
con las bajas completas de la guerra civil. Por supuesto, los presionados
archivistas no pudieron encontrar los registros ya que la cantidad de material
es enorme. Garzón quiso juzgar a toda persona que hubiese participado en el
régimen de Franco y que viviese. Se le recordó que el gobierno español había
aprobado una ley de amnistía y replicó que ninguna amnistía puede pisotear los
derechos humanos. Pero Garzón era un juez político, más o menos un Roland
Freisler de la democracia. El ex juez llegó a exigir la apertura de la tumba de
Lorca, pero uno de los sobrinos del escritor le replicó: “No necesitamos un
juez para que venga y nos diga que Franco fue un asesino”.
Garzón estuvo estrechamente relacionado
con el PSOE. Fue él quien peleó por la aprobación de la Ley de Memoria
Histórica. Zapatero hablaba con frecuencia de uno de sus abuelos, a quienes
habían matado los franquistas, pero no mencionaba nunca a su otro abuelo, que
los apoyaba.
Lo curioso de la ley, del año 2007, es
que otorga la responsabilidad a las autoridades locales y no a las centrales.
Así, vemos en la actualidad, más de diez años después, cómo los ayuntamientos
se entregan a una orgía destructiva de monumentos y cambio de nombres de
calles. En Madrid se quiere borrar, por ejemplo, al general Muñoz Grandes y
sustituirlo por… ¡Marcelino Camacho!
El Grupo Parlamentario Socialista, ha
propuesto una nueva versión que
deja en pañales el pensamiento de Orwell. Proponen una sonrojante
“Comisión de la Verdad”. En la famosa novela de Orwell se llamaba “Miniver” y
eso nos lleva al “Crimen Mental”, el “crimental”. Pensar por uno mismo,
investigar, comparar, debatir, tener la libertad de opinar, se prohíbe. Nos
quieren convertir en máquinas sin capacidad de reflexión, obligando por ley el
pensamiento. La pesadilla de Orwell se hace realidad, una vez más. La ironía es
que Orwell denunciaba a los regímenes comunistas y fascistas y ahora es la
democracia la que practica la indecencia repugnante de prohibir por ley el
pensamiento libre. La mera existencia de este artículo se convertirá en delito.
Se quiere imponer por ley la obsesión
del PSOE de exhumar a Franco del Valle de los Caídos, enseñar sus dogmas en los
colegios, censura en los medios de comunicación, multas o cárcel para los
disidentes… en definitiva, nos encontramos ante la mayor pérdida de
libertades en nombre de la democracia.
La quema de libros de Goebbels es un
simple juego infantil comparado con las formas educativas de hoy, no digamos
con sus leyes. Recientemente el gobierno polaco ha aprobado una ley que impide
vincular al país con los crímenes del Holocausto. Nuevamente se legisla la
historia. El gobierno israelí y Bruselas han condenado la controvertida norma.
¿Ha condenado algún país u organismo internacional la Ley de la Memoria
Histórica española? No me consta.
¿A qué se debe el excesivo paternalismo
de las democracias empeñadas en educar por ley? Cualquier tertuliano de tres al
cuarto que diga por televisión mentiras sobre el Valle de los Caídos se va de
rositas a casa mientras que quien se atreva a afirmar que durante la República
se asesinó a más religiosos, entre curas, monjes y monjas que durante la
Revolución Francesa, o que Franco sentó las bases de la prosperidad, puede
acabar siendo multado o encarcelado.
Cuando era adolescente leí un libro
llamado “La máquina de lavar cerebros”, de Lajos Ruff. En 1952 un joven se
encontró mezclado con un grupo de jóvenes contrarios a Stalin. Fue detenido y
sometido a una experiencia “psicológica” para hacerle confesar. Arthur Koestler
narró una experiencia similar en “El cero y el infinito”. Y, por supuesto,
Orwell.
Nuestros estudiantes recibirán su
instrucción, su lavado de cerebro y espiarán como lo hacía el niño de “1984”
que denuncia a su padre. Lo irónico es que éstos jóvenes se consideran que
luchan con rebeldía por un mundo más justo cuando lo que en realidad hacen es
seguir la conducta impuesta por el estado moderno. Solo mediante la lectura y
el pensamiento verdaderamente libre se llega a la verdad.
Se legisla la historia porque existe
miedo a la verdad. La verdad es incómoda para cualquier régimen porque lo
destruye.