domingo, 4 de febrero de 2018

El nuevo bozal: prohibido pensar




“La verdad deviene mentira si es tu enemigo quien la dice”.

“Todo el mundo se cree las atrocidades del enemigo y descree de las que  hayan cometido los de su propio bando, sin preocuparse siquiera por tener en cuenta las pruebas.” 
George Orwell




Zapatero ha sido el peor presidente del presente régimen porque hundió la economía, que ha tardado más de diez años en remontar. Pero pasará también a la historia por su infame “Ley de la Memoria Histórica”, que el Partido Popular no ha derogado. Lo curioso es que esa ley, apenas se impuso durante el mandato de Zapatero, y está siendo honrada con ahínco en la actualidad. Uno de los primeros jueces que se pusieron “manos a la obra” con la ley fue Garzón que, por fortuna, fue inhabilitado años después. La megalomanía de Garzón le llevó a exigir en el plazo de dos semanas un listado con las bajas completas de la guerra civil. Por supuesto, los presionados archivistas no pudieron encontrar los registros ya que la cantidad de material es enorme. Garzón quiso juzgar a toda persona que hubiese participado en el régimen de Franco y que viviese. Se le recordó que el gobierno español había aprobado una ley de amnistía y replicó que ninguna amnistía puede pisotear los derechos humanos. Pero Garzón era un juez político, más o menos un Roland Freisler de la democracia. El ex juez llegó a exigir la apertura de la tumba de Lorca, pero uno de los sobrinos del escritor le replicó: “No necesitamos un juez para que venga y nos diga que Franco fue un asesino”. 

Garzón estuvo estrechamente relacionado con el PSOE. Fue él quien peleó por la aprobación de la Ley de Memoria Histórica. Zapatero hablaba con frecuencia de uno de sus abuelos, a quienes habían matado los franquistas, pero no mencionaba nunca a su otro abuelo, que los apoyaba. 

Lo curioso de la ley, del año 2007, es que otorga la responsabilidad a las autoridades locales y no a las centrales. Así, vemos en la actualidad, más de diez años después, cómo los ayuntamientos se entregan a una orgía destructiva de monumentos y cambio de nombres de calles. En Madrid se quiere borrar, por ejemplo, al general Muñoz Grandes y sustituirlo por… ¡Marcelino Camacho! 

El Grupo Parlamentario Socialista, ha propuesto una nueva versión que deja en pañales el pensamiento de Orwell. Proponen una  sonrojante “Comisión de la Verdad”. En la famosa novela de Orwell se llamaba “Miniver” y eso nos lleva al “Crimen Mental”, el “crimental”. Pensar por uno mismo, investigar, comparar, debatir, tener la libertad de opinar, se prohíbe. Nos quieren convertir en máquinas sin capacidad de reflexión, obligando por ley el pensamiento. La pesadilla de Orwell se hace realidad, una vez más. La ironía es que Orwell denunciaba a los regímenes comunistas y fascistas y ahora es la democracia la que practica la indecencia repugnante de prohibir por ley el pensamiento libre. La mera existencia de este artículo se convertirá en delito. 

Se quiere imponer por ley la obsesión del PSOE de exhumar a Franco del Valle de los Caídos, enseñar sus dogmas en los colegios, censura en los medios de comunicación, multas o cárcel para los disidentes…  en definitiva, nos encontramos ante la mayor pérdida de libertades en nombre de la democracia. 

La quema de libros de Goebbels es un simple juego infantil comparado con las formas educativas de hoy, no digamos con sus leyes. Recientemente el gobierno polaco ha aprobado una ley que impide vincular al país con los crímenes del Holocausto. Nuevamente se legisla la historia. El gobierno israelí y Bruselas han condenado la controvertida norma. ¿Ha condenado algún país u organismo internacional la Ley de la Memoria Histórica española? No me consta. 

¿A qué se debe el excesivo paternalismo de las democracias empeñadas en educar por ley? Cualquier tertuliano de tres al cuarto que diga por televisión mentiras sobre el Valle de los Caídos se va de rositas a casa mientras que quien se atreva a afirmar que durante la República se asesinó a más religiosos, entre curas, monjes y monjas que durante la Revolución Francesa, o que Franco sentó las bases de la prosperidad, puede acabar siendo multado o encarcelado. 

Cuando era adolescente leí un libro llamado “La máquina de lavar cerebros”, de Lajos Ruff. En 1952 un joven se encontró mezclado con un grupo de jóvenes contrarios a Stalin. Fue detenido y sometido a una experiencia “psicológica” para hacerle confesar. Arthur Koestler narró una experiencia similar en “El cero y el infinito”. Y, por supuesto, Orwell. 

Nuestros estudiantes recibirán su instrucción, su lavado de cerebro y espiarán como lo hacía el niño de “1984” que denuncia a su padre. Lo irónico es que éstos jóvenes se consideran que luchan con rebeldía por un mundo más justo cuando lo que en realidad hacen es seguir la conducta impuesta por el estado moderno. Solo mediante la lectura y el pensamiento verdaderamente libre se llega a la verdad. 

Se legisla la historia porque existe miedo a la verdad. La verdad es incómoda para cualquier régimen porque lo destruye.