jueves, 8 de septiembre de 2016

La extraña pareja

En un famoso programa de televisión, que consiste en presentar a dos personas para ver si forman pareja, vi hace poco a dos chicos que me parecieron una joya ilustrativa de nuestra sociedad. En concreto, uno de ellos era gitano, el otro de raza blanca.  Los dos jóvenes protagonizaron una escena que se debería estudiar en sociología. El payo, en cuanto supo que su pretendiente era gitano, no dudó en afirmar que "él era muy gitano". Me hubiera gustado ver qué hubiera dicho ante un chino. Pero estaba ante un gitano y, claro, el chico se sintió gitano. Lo interesante es que el gitano no renunció ni un momento de su condición. Es más, proclamó su orgullo de ser gitano. Y yo me pregunté por qué diablos un blanco no puede afirmar que se siente orgulloso de ser blanco. Sin embargo, el payo terminó afirmando que "él era muy machista". Ante tamaña afirmación, el gitano se emocionó y comentó que eso era lo que él estaba buscando. Se puso más contento que si le hubiera tocado la lotería.

Recapitulemos: dos homosexuales, uno blanco y otro gitano, los dos machistas. Imaginemos ahora que un hombre blanco se presenta ante una mujer diciendo que es machista. Es más, imaginemos que un hombre de raza blanca se presenta en un programa diciendo que es de raza blanca y machista. La cosa ya empieza a cambiar. Pero si lo dice un gitano o un homosexual o, mejor aún, un gitano homosexual, se tolera e incluso produce gracia.

La extraña pareja es el típico "producto" de nuestros días. Los homosexuales, las mujeres y las razas diferentes a la propia, son venerados hasta la náusea. El progre huye de conceptos como "machismo" o "raza blanca", no solo huye, los combate. La idiotez extrema se alcanza cuando un progre tolera en un gitano o  musulmán aspectos como el machismo y no lo tolera bajo ningún concepto en un amigo suyo de toda la vida y que pertenece a la misma cultura que la suya. Para el progre vale más un gitano homosexual machista que un congénere de derechas.