sábado, 8 de julio de 2017

Hemingway, el falso ídolo


Las masas celebran un año más las fiestas en honor de San Fermín. Sorprende ver que la famosa fiesta de Pamplona conserve a un santo católico, en medio de una nueva oleada de odio hacia la Iglesia Católica. Supongo que hay aspectos de nuestra cultura religiosa que son complicados de erradicar.

Las fiestas de San Fermín son una golosina para un sociólogo. Son unas fiestas donde se maltrata animales, la gente se emborracha, se producen agresiones sexuales (supongo que tanto a hombres como a mujeres, pero de momento el acoso hacia el hombre no se toma en serio) y se honra a personajes intocables como Hemingway, a quien Pamplona debe en parte la gloria de los San Fermines.

A Hemingway se le honra porque en la Guerra Civil luchó en el bando republicano. Son muchos los historiadores (Beevor entre ellos) que apuntan que las acciones de las Brigadas Internacionales entorpecieron más que ayudaron y se dice que Hemingway fue un absoluto estorbo en el frente. Sus acciones provocaban un efecto desolador:

- "Al visitar el frente, algunos de estos visitantes se ponían a disparar con sus fusiles y ametralladoras hacia las líneas enemigas, como hizo Ernest Hemingway, pero por mucho que a los defensores les agradara ver caras nuevas en el frente, especialmente si eran famosas, les entusiasmaban mucho menos los bombardeos de respuesta enemigos que provocaban tales divertimentos". (La Guerra Civil Española, Antony Beevor)

De las guerras surgen falsos mitos y Hemingway es uno de ellos.

 En su obra "París después de la liberación", Beevor nos presenta un panorama aún peor del personaje. Asegura que Hemingway quiso torturar a un joven soldado alemán capturado durante la toma de París: "Voy a hacer que hable... quítale las botas. Vamos a chamuscarle los dedos de los pies con una vela". Sus compañeros no se lo permitieron. Pero Hemingway sí prestó una pistola automática para ejecutar a un traidor. Por supuesto, Hemingway era muy comunista pero se alojaba en el Ritz parisino, no en una casucha cualquiera.

Hemingway no sería precisamente bien recibido por el actual movimiento de ideología de género ya que fue un maltratador de mujeres y  de animales empedernido. La única virtud que comparten los fiesteros con Hemingway es el gran consumo de alcohol. Cuesta mucho admitir que autoridades y gentío puedan defender a un personaje como Hemingway.

La única conclusión válida para entender la incongruente defensa de Hemingway es que fue republicano. No hay otra. Pero no deja de ser una divertida ironía ver a las masas alcoholizadas, como su falso ídolo.