miércoles, 16 de septiembre de 2015

Fran Alcalá

Fran Alcalá, el héroe de Tordesillas. Esta fotografía me ha recordado a otra de un guerrero nuba fotografiado por George Rodger, subido a hombros también, desnudo, orgulloso, triunfador, jaleado... los guerreros nubas,  también perfectamente fotografiados por Leni Riefensthal. 

Fue Hannah Arendt quien acuño el término "banalidad del mal". Para hacer un acto maligno no hace falta ser mala persona. De hecho, muchos de nuestros actos, terriblemente crueles, son considerados normales. El que acaba de matar un toro, puede tener una vida perfectamente normal. No hay nada en sus rasgos que nos indique que es un asesino. Al contrario, en Tordesillas, Fran Alcalá es un héroe. Nunca en su vida va a olvidar su gesta. Cuando sea un anciano relatará a sus asombrados nietos esta grande hazaña. El hacedor del mal siempre pasa desapercibido. No se delata mientras camina en medio de la masa.

Confieso que tras veinte años de militancia animalista, me hastía la discusión. He oído los mismos tópicos de siempre. En general, se trata de apartar el asunto (la persecución, tortura y muerte de un animal por parte de un pueblo embrutecido y enloquecido) derivándolo hacia actos que nadie se atreve a discutir. Uno de ellos es el consumo de carne. Cuando alguien no tiene argumentos para defender algo, lo traslada a otro asunto. Es como si quisiéramos justificar un acto cruel a sabiendas de que hay otros peores.

A los niños se les lleva a ver fábricas de galletas o de pan, para que aprendan no se sabe el qué. Pero jamás se les lleva a un matadero. ¿Acaso no comen carne los niños? ¿Nos podemos hacer a la idea de lo que significaría una visita obligada al matadero de nuestros niños? De nuevo la banalidad del mal: mejor no llevarles pero seguir consumiendo carne.

Hay que admitir que en algo se ha avanzado: la prensa ya no nos llama ecologistas. Se han aprendido por fin el término "animalista". La seña de identidad de una nueva y flamante concejala de Alicante es "soy lesbiana, feminista y animalista". Me preocupa que el animalismo sea absorbido, nuevamente, por la izquierda radical. Mejor dicho: me preocupa que el animalismo se politice. Entiendo que es inevitable pero, en el momento que veo a una concejala histérica luciendo orgullosa sus señas de identidad, creo que todo el trabajo animalista de años se viene abajo. Convendría recordar que el único régimen que  prohibió la vivisección y la crueldad con los animales fue el de Hitler. Lo digo por si alguien tiende a pensar que "eso del animalismo" es cosa de rojos comunistas.

El partido que supo aprovecharse de la crisis para medrar, Podemos, tuvo en sus primeros programas los derechos de los animales bien visible. Ahora que están tocando poder, lo han hecho desaparecer. Y ese es el problema número uno. Son los políticos quienes aúpan a Fran Alcalá. Obsérvenlo detenidamente: es la imagen de la democracia.