jueves, 7 de noviembre de 2019

Alemania , Leyenda Negra y Elvira Roca Barea



Alemania , Leyenda Negra y Elvira Roca Barea

La propaganda contra el enemigo es una forma de lucha tan valiosa como el campo de batalla. Quizá más porque sus efectos se dejan sentir también durante los periodos de paz. Azuzar a la masa es bien sencillo. Durante la Primera Guerra Mundial, Inglaterra utilizó una feroz propaganda contra Alemania. En ella, los alemanes aparecían como asesinos de niños, cocinaban los cadáveres de sus enemigos o asesinaban a curas en sus propios campanarios. Lo importante no es la veracidad de los hechos, sino que cumpla el objetivo para el que ha sido creada la mentira. Cuando se lee historia, o cualquier artículo de periódico, es importante tener un espíritu crítico. Todo esto es bien conocido por la historiadora María Elvira Roca Barea, cuyo libro, “Imperiofobia y Leyenda Negra” ha tenido un éxito espectacular. El libro trata sobre las leyendas negras de los imperios de Roma, Rusia, Estados Unidos y España. 

La historiadora hace mención en varias ocasiones a la equiparación del Imperio Español con la Alemania Nacionalsocialista. Se menciona un libro titulado “Ni una gota impura. La España inquisitorial y la Alemania nazi”, de la belga Christiane Stallaert. Roca Barea lo incluye como ejemplo de despropósito, por supuesto. Pero ilustra perfectamente la utilización de la difamación moderna contra Alemania, que tantos ríos de tinta ha generado desde la Segunda Guerra Mundial. 

Sobre el antiamericanismo en España, Elvira Roca nos recuerda que “es sorprendente la cantidad de españoles con un título universitario que ignoran hoy día que hubo una guerra con Estados Unidos y achaca ese antiamericanismo a la influencia de la izquierda y lo resume de forma magistral:

“La larga dictadura explica la buena salud de que disfruta hoy la mentalidad de izquierdas en España. No solo en el hecho del voto, aunque también. Aquí la derecha no gana las elecciones, las pierde la izquierda. Poquísimos españoles tienen el coraje de decir en voz alta que son de derechas. Son de centro. Algún sociólogo debería hacer una interpretación de profundis sobre el hecho reiterado de que en las encuestas que se elaboran cuando va a haber elecciones, las derechas nunca ganan, aunque luego ganen. Y si ganan en las encuestas, es por un porcentaje muy inferior al que luego se da en la realidad. A los encuestados no les gusta decir que van a votar a la derecha, que en España existe como una especie de realidad virtual.”

Y aquí tenemos de nuevo otra contradicción de la izquierda patria. El antiamericanismo surge en España, primero como consecuencia de la guerra de Cuba de 1898. Más adelante con motivo del apoyo de Estados Unidos a la España de Franco. Es decir, como el progre español detesta enfermizamente a la España de Franco, la conclusión que obtiene es que los Estados Unidos apoyan siempre a las dictaduras de derechas. Por supuesto, se olvidan de que los Estados Unidos fueron enemigos nuestros y de que Franco tuvo que sudar la gota gorda para que los Estados Unidos no le borraran de la faz de la tierra. Cuando un progre ve una foto de Franco junto a Eisenhower se legitima, pero se bloquea cuando ve otra de Fidel Castro junto a Manuel Fraga. No tiene sentido ser antiamericano porque Franco pactó con ellos cuando fue el PSOE quien nos metió en la OTAN, a pesar de que nadie en España quería entrar. ¿No mantuvo también el PSOE las bases americanas y las sigue manteniendo?

Seguidamente Roca Barea hace unas reflexiones que son oro puro:

“Pero lo fundamental es que la mentalidad social aceptada y compartida por la mayoría, la opinión pública, la vox populi, es la que determina la izquierda que hay hoy en España y Europa, ya sin tierra prometida y sin dictadura del proletariado, pero con el patrimonio de la brújula moral intacto. El ciudadano de clase media que quiere ser bueno y progresista necesita esa brújula, y por eso la brújula existe. La moral siempre la administra alguien. Esto sucede en España como en Francia, como en el desierto del Gobi. Los vínculos de la izquierda española con la francesa son grandísimos. En realidad, la izquierda española viene de allí. El sistema usado por una y otra para conducir la opinión pública es casi idéntico. Consiste básicamente en apropiarse del mundo de la cultura por medio de subvenciones, premios, cargos y otras sinecuras, y controlar los principales medios de comunicación. Es un procedimiento diseñado por Lenin que Willi Münzenberg llevó a la perfección y resulta de una eficacia arrolladora. Lo explica magníficamente bien Muñoz Molina en su novela-ensayo Sepharad.”

Curiosamente, apenas hay información sobre Münzenberg en la amplia bibliografía sobre el III Reich, por no decir nada. Por más que he buscado no he encontrado nada. Así que hay que acudir a la novela de Muñoz Molina:

“Willi Münzenberg inventó el halago político a los intelectuales acomodados, la manipulación adecuada de su egolatría, de su poco interés por el mundo real. Con cierto desdén se refería a ellos llamándoles el Club de los Inocentes. Buscaba a gente templada, con inclinaciones humanitarias, con cierta solidez burguesa, a ser posible con un resplandor de dinero y de cosmpolitismo: André Gide, H.G. Wells, Romain Rolland, Hemingway, Albert Einstein. A esa clase de intelectuales Lenin los habría fusilado de inmediato, o los habría enviado a un sótano de la Lubianza o a Siberia. Münzenberg descubrió lo inmensamente útiles que podían ser para volver atractivo un sistema que a él, en el fondo incorruptible de su inteligencia, debía de parecerle aterrador en su incompetencia  y su crueldad, incluso en los años en que aún lo consideraba legítimo.”

El hallazgo es interesante. Münzenberg fue también el ideólogo de la culpabilidad de los nacionalsocialistas en el incendio del Reichstag. Es decir, que todas las mentiras sobre dicho incendio, tienen su origen en Münzenberg. A él debemos también, por tanto, el lucrativo invento de reclutar intelectuales que legitimen el marxismo y el comunismo. El invento aun lo sufrimos. Muñoz Molina sitúa la campaña internacional a favor de Dimitrov y de otros acusados del incendio, como el mayor éxito de Münzenberg. 

“La clave del antiamericanismo español resulta de la conjunción de dos factores: la buena salud de la izquierda moral y la influencia francesa, tanto en las izquierdas como de manera general en la vida cultural y social española”, escribe Roca Barea. 

Al final de su exposición sobre antiamericanismo, Elvira Roca menciona “la colisión con el islam” que culmina con el ataque terrorista de septiembre de 2001. Menciona de pasada el contexto del islamismo en la Guerra Fría pero no menciona una de las claves para entenderlo, como fue la creación del estado de Israel. De hecho, nada de lo ocurrido en el contexto internacional se puede entender sin ese hecho. Por supuesto, entiendo que un historiador no quiera meterse en semejante fregado. Sin embargo, acierta la historiadora cuando afirma que la figura de Hitler está maldita, pero que no lo están en absoluto personajes como Voltaire, Rousseau, Goethe, Fichte o Hegel, que también fueron antisemitas y que “su prestigio y su extraordinaria posición sociointelectual contribuyeron a legitimar ideas perversas, a hacerlas populares y creíbles.”

Para Roca Barea no hay “en esencia” diferencia entre la imperiofobia y el antisemitismo o cualquier otra forma de racismo. Simplifica un poco la definición de racismo cuando asegura que “el racismo tradicionalmente afirma que la etnia que tiene tal o cual color o religión es inferior a otra”.

La segunda parte de la obra comienza con una cita de Orwell:

“Buena parte de los escritos propagandistas son simple falsificación. Los hechos materiales son suprimidos, las fechas alteradas y las citas, sacadas de contexto y manipuladas para cambiar su significado”. 

La cita, sacada de contexto, es excelente. Conocido es que Orwell luchó contra los regímenes dictatoriales de su época, esto es, el fascismo y el comunismo de Stalin. Pero, ¿no sirve también la cita de Orwell para comprender la historia oficial de Alemania durante el siglo XX? Alemania, derrotada absolutamente en dos ocasiones, ha sufrido más que ningún otro país ríos de tinta de engaños y mentiras. La cuestión, por supuesto, es si escribir mentiras sobre un tirano es un sano ejercicio. O si tener dudas y exponerlo públicamente te puede llevar a la ignominia como historiador. 

Elvira Roca defiende que la Leyenda Negra sobre España está cargada de racismo. Aclara al lector que una cosa es el “racismo” a secas, y otra muy diferente el “racismo científico”. Después del nacionalsocialismo, hablar de racismo es una cuestión peliaguda. Puesto que la sangre de los españoles tenía una contaminación semítica y  mora, el rechazo a los españoles fue básicamente racista: “El racismo necesita de alguna sangre innoble y la sangre semita de los españoles viene muy oportunamente a servir de proyectil a la hispanofobia en Italia”, escribe Elvira Roca, “el calificativo de ‘marrano’, que iba directamente a lo básico, esto es, a excitar el prejuicio antisemita”. Por eso, Elvira Roca utiliza a menudo el término “hispanofobia”: “El Humanismo puso a la hispanofobia ese sello de respetabilidad que todavía perdura.”

“La identidad colectiva de los pueblos protestantes está levantada sobre la denigración de los católicos y, entre estos, España ocupa un lugar de honor.”

“Cuando un niño protestante se cristianiza y aprende los fundamentos de su religión, aprende también cómo nació esta y contra qué monstruosa nación tuvieron que batirse para que existiera.”

Elvira Roca insiste en la xenofobia para demostrar su tesis. Y me parece bien. Muchos grupos étnicos la siguen empleando y les va bien, por ejemplo, los judíos. En casi todos los países occidentales existen leyes que prohíben el antisemitismo. Así que me parece un hallazgo excelente:

“Cuando los españoles aparecieron en el horizonte alemán fueron inmediatamente incorporados al mundo welsch, de manera que poco tuvieron que hacer para que cayera sobre ellos la condenación y la xenofobia más profundas.”

“El Humanismo alemán había aprendido del italiano que los españoles eran racialmente impuros por su contaminación semita, y esta es la primera acusación que se les hace cuando en los años veinte del siglo XVI comienza a aparecer propaganda antiespañola mezclada con la anticatólica.”

Elvira Roca vuelve a insistir en el racismo:

“En el mundo de la alta cultura, el racismo contra los españoles se esparció sin dificultad.”

Recuerda el antisemitismo de Lutero:

“Lutero era profundamente antisemita y encontró en este punto uno de sus temas favoritos: ¿Qué debemos hacer nosotros, los cristianos, con los judíos, esa gente rechazada y condenada? Dado que viven con nosotros, no debemos soportar su comportamiento, ya que conocemos sus mentiras, sus calumnias y sus blasfemias… Debemos primeramente prender fuego a sus sinagogas y escuelas, sepultar y cubrir con basura todo aquello a lo que no prendamos fuego para que ningún hombre vuelva a ver de ellos piedra o ceniza.” (Sobre los judíos y sus mentiras, 1543).

Para Elvira Roca, existe una conexión directa entre Lutero y el nazismo. Naturalmente, Elvira Roca hace menciones generalistas  del nacionalsocialismo. Lo que la sociedad conoce del nacionalsocialismo es lo que ha visto en las películas y leído en los muchos bestsellers que existen al respecto. Entiendo que el tema sería suficiente para otro ensayo que no entra en el libro de Elvira Roca. 

Manuel P. Villatoro ha escrito varios artículos en los que presenta a Hitler como propagador de las falacias sobre la Inquisición. En un artículo publicado en ABC en julio de 2018, Villatoro afirma que la noche del 3 de febrero de 1942 Hitler cargó contra la Inquisición mediante argumentos “manidos y falsos como que en la Península habían sido perseguidas y quemadas miles de brujas.” Sin embargo, en las dos ediciones que tengo de las “Conversaciones” de Hitler, éste solo menciona las matanzas de brujas de Würzburg: “Se sabe de jueces del tribunal de la Inquisición que tenían a gloria haber hecho quemar veinte o treinta mil ‘hechiceras’. La larga experiencia de tales horrores tiene que dejar huellas indelebles en un pueblo”.  También a mí me pareció bien curiosa la afirmación. Se deben leer las conversaciones de Hitler con mucha cautela ya que fueron recogidas por dos taquígrafos y tuvieron después de la guerra mucho trasiego y sufrieron pésimas traducciones. Por otra parte, las conversaciones de Hitler se dieron en un entorno relajado y no son sino una simple curiosidad. No deben de servir para sentar tesis sobre Hitler. Semejantes declaraciones no aparecen en Mi Lucha, que es el libro que Hitler publicó. Hitler apenas hace mención de la Edad Media en su libro. En el capítulo 2 se refiere a ese periodo: “Me afligía el recuerdo de ciertos hechos de la Edad Media que no me habría agradado ver repetirse”, en referencia a las guerras de religión. En otros pasajes del libro Hitler se refiere a la Edad Media para admirar las catedrales góticas. A Hitler le disgustaban las guerras de religión. En Mi Lucha se queja de que “la situación de la Iglesia en Alemania no permite comparación alguna con Francia, España o Italia. En todos estos países se puede propagar, por ejemplo, la lucha contra el clericalismo o contra el ultramontanismo, sin correr el riesgo de que tal empeño resulte una disociación en el seno del pueblo francés, español o italiano. Cosa semejante sería imposible en Alemania, porque seguramente los protestantes no tardarían en inmiscuirse en la lucha. Una crítica que en otros países sería sustentada exclusivamente por católicos frente a intromisiones de índole política cometidas por los dignatarios de su propia Iglesia, en Alemania asumiría de hecho el carácter de una agresión del protestantismo contra el catolicismo”. No hay que olvidar que Hitler fue católico y que nunca renunció a ello. Llegó a firmar un concordato con el Vaticano. 

Elvira Roca no necesita desacreditar a Alemania porque  Alemania ya está desacreditada hace mucho tiempo. Apenas tiene necesidad de explicar lo que fue el nacionalsocialismo. Con poner una frase tipo “ya sabemos lo que ocurrió en Alemania…” le es más que suficiente. 

Sin embargo, los soldados españoles que combatieron en Rusia fueron movidos por el ideal de la salvación de la civilización cristiana, en su caso católica, y nada más. No fueron movidos por el odio racista:

Europa necesitaba crear una conciencia común que justificase una política solidaria, y esa conciencia solo podía ser fruto de la tradición cultural compartida, de esa unidad cultural que suponía el cristianismo. La construcción de Europa dependía de recuperar aquella comunidad cultural perdida. Desde esta perspectiva, la contribución española a la idea de Europa debía de hacerse desde su propia tradición cultural y política, genuina del pensamiento conservador: el universalismo cristiano del antiguo Imperio español.” (Revista de Estudios Políticos)

Carlos Caballero Jurado, en su libro sobre la División Azul explica que ese fue el planteamiento con el que fueron los españoles a luchar a Rusia contra el comunismo “ajeno a dogmas racistas, y escapando a los planteamientos puramente económicos, afirmó que a Europa solo se la podría construir desde los valores culturales forjados por la España del Siglo de Oro. Nada de acatamiento a las consignas alemanas, sino reivindicación del papel histórico de España. Unos puntos de vista cercanos a la Universitas Christiana de Carlos V, y alejados de los planteamientos biologicistas del Tercer Reich.”

Caballero Jurado incluye en su ensayo una conferencia de Castro-Rial en donde afirmó:

En estos instantes de conmoción y grandeza internacionales, en que combatimos alegremente por el Nuevo Orden de Europa, no nos es lícito desde el frente más que esculpir, con la sangre y la actitud operante de la milicia, el magnifico gesto de la nueva juventud española. España brinda, de nuevo, su presencia a Europa… Todos los pueblos de Europa se encuentran hermanados en un pasado y necesitan entrelazarse para el porvenir en una comunidad graduada jerárquicamente hacia un fin distributivo y justo… Esta idea de “comunitas perfecta”, entrevista sagazmente por las geniales concepciones de los fundadores del Derecho Internacional, Francisco de Vitoria y Francisco Suárez, mentes claras y penetrantes, que vivieron en días en que estuvo a punto de cuajar prácticamente la orgánica jerarquización de Europa, intuyó sutilmente la ineludible necesidad de supeditar las desordenadas apetencias nacionales al mayor ideal de una comunidad equitativa… España no solo ha ofrecido y aportado a la Cultura europea unas perennes construcciones científicas, sino que en la larga proyección de su Historia continental ha sacrificado a la idea política de la comunidad europea muchas de sus energías e intereses nacionales. No solo defendimos a Europa cuando las irrupciones orientales amenazaban a Viena, o procedentes de África nos invadían la Península Ibérica, o cuando fue asolada la quietud apacible del Mediterráneo, sino que también ofrendamos nuestros intereses concretos a la unidad continental cuando Carlos V aspiraba a ella por una Comunidad de Príncipes europeos en la que las ambiciones nacionales no pusieran en peligro la armonía de los Pueblos… La idea de una Europa en marcha expresa la realización de una misión específica de cada entidad nacional que vive en su seno. La juventud española que combate en Rusia representa el anhelo de toda una generación que en nuestra Patria exige para España una tarea concreta en el Mundo.”

Es decir, que la reivindicación de Elvira Roca de los logros españoles ya se encontraba en el espíritu de la División Azul y de gran parte del sentir español de la época. No era el racismo alemán lo que motivó el alistamiento de miles de voluntarios, sino la defensa de la civilización cristiana. 

Elvira Roca afirma que en la Edad Moderna fueron quemadas unas 50.000 brujas, la mitad en Alemania y atribuibles a la Inquisición, 27. “La caza de brujas fue mucho más intensa en los territorios protestantes que en los católicos. Lutero defendió el exterminio de las brujas con el argumento de que esto era cumplir con el precepto bíblico… Él, Calvino y otros reformadores alimentaron las creencias populares en las actividades demoniacas y en la práctica de la brujería. La caza de brujas fue usada por las distintas confesiones protestantes como una herramienta para acrecentar el poder de las nuevas autoridades religiosas que adquirían así una mayor capacidad para controlar a la población.”

De hecho, la demonización de España empieza en Alemania con Martin Lutero y alcanza con Orange cotas insuperables”, afirma Elvira Roca. Aunque la historiadora apenas alude al Tercer Reich en su obra, las veces que lo hace son suficientes para demostrar a qué ha conducido el protestantismo. Sus conclusiones son ciertamente demoledoras:

“En el Parque de los Bastiones en Ginebra se levantó en 1909, con motivo del cuatrocientos aniversario del nacimiento de Calvino, un monumento que tiene varios cientos de metros y que representa las imponentes figuras de Gillaume Farel, Calvino, Teodoro de Beza y John Knox. Habría que preguntarse qué pasaría si a alguien se le ocurriera hacerle un monumento a Torquemada, que, comparado con Calvino, parece una mascota.”

Elvira Roca repasa la historia de la persecución hacia los católicos. Explica que la población católica “vivía segregada normalmente en distritos rurales o en barrios periféricos de ciudades grandes y su nivel económico era más bajo que el de los protestantes. La mayor parte eran campesinos obreros no cualificados o semicualificados. En 1870 formaron el partido Zentrum, y aunque apoyaban la unificación y la mayor parte de las políticas de Bismarck, este estaba convencido de que los católicos constituían un obstáculo para la unificación y el engrandecimiento de Alemania. Durante el siglo XIX el catolicismo se había revitalizado en los territorios alemanes gracias al trabajo de los jesuitas y otras órdenes religiosas, aunque estaba expresamente prohibida cualquier forma de proselitismo. Muchos protestantes frecuentaban las iglesias católicas, y hasta el heredero del trono, Federico III, con el beneplácito de su padre, gustaba de ir al templo católico y asistir a la misa, aunque sin cambiar oficialmente de religión. La respuesta protestante a este reavivarse del catolicismo fue contundente.”

Recuerda Elvira Roca que en 2009, por primera vez el número de católicos sobrepasó al de protestantes en Alemania. Dato interesante. 

La historiadora reparte bofetadas a cierta intelectualidad que creíamos intocable. Comienza por Dostoievski y su famoso Gran Inquisidor, Umberto Eco y El nombre de la rosa y, especialmente a Arturo Pérez Reverte: “El inquisidor de Reverte se parece al de Schiller, al de Dostoievski, y al pavoroso Jorge de Burgos de Umberto Eco, como una gota de agua a otra… Los personajes de Reverte se mueven por un Madrid corrupto y decadente, podrido hasta los cimentos…”

En su reciente ensayo, Fracasología, Elvira Roca asegura que “Murieron en las cámaras de gas seis millones de seres humanos y no ha caído sobre Alemania la condenación eterna”. No es cierto. Alemania nunca será la misma desde 1945. El sentimiento de culpa la acompañará de por vida, a no ser que cese la llamada “Industria del Holocausto”, que tan magníficamente describió Norman G. Finkelstein. Los turistas que visitan Alemania siempre son llevados a lugares donde se les recuerdan esos tristes acontecimientos. No digamos ya la ingente cantidad de dinero que Alemania ha pagado y paga por ello. No sé exactamente en qué contexto pone Elvira Roca su frase. Me resulta incomprensible. También asegura la historiadora que “Nadie entra a historiar en Alemania o Inglaterra, para juzgar, para emitir un juicio moral sobre su ser, sobre su propia existencia”. De nuevo me cuesta entenderla. La historia de Alemania, por lo menos la historia contemporánea de Alemania, ha sido escrita casi exclusivamente por historiadores extranjeros. Probablemente se haya escrito más sobre el nacionalsocialismo en casi todos los países que sobre otro hecho histórico. En España mismo existen cientos de historiadores y aficionados que lo hacen. Nunca un hecho histórico (el III Reich) ha sido escrito con más frivolidad, falta de rigor e interés político. 

Por supuesto, solo me queda agradecer la existencia de Elvira Roca Barea. Es una mujer valiente e inteligente. Gracias a ella muchos españoles estamos empezando a despertar. Hay que leerla y propagarla. Ella es la verdadera bofetada que necesitan nuestros políticos e intelectuales analfabetos. 

jueves, 8 de agosto de 2019

El Aviador Dro y las obreras especializadas




No he sido muy seguidor de grupos musicales españoles, salvo contadas excepciones. Prácticamente casi todos los grupos surgidos en los años setenta y ochenta eran imitaciones de lo que ocurría en Inglaterra. El Aviador Dro me gustaban, a pesar de que sabía que eran una copia de Devo. Ellos no lo ocultaban. Acaba de publicarse “Aviador Dro, anarquía científica”, un libro de Patricia Godes que recopila la historia del grupo. El formato del libro es excelente pero el contenido deja mucho que desear. El problema es que, lo que en su época fue tomado como ironía, se pretende convertir en algo serio. El libro se compone de diversas colaboraciones. José Manuel Costa comienza diciendo que “el futuro en realidad empieza en el siglo XVIII, con la ilustración y el avance de las ciencias”, típico tópico de la leyenda negra española, que viene a significar que España estaba sumida en las tinieblas y que en Francia o Inglaterra sí que sabían más que nosotros. Al parecer, los españoles conquistaron el mundo a base de una misteriosa ignorancia en ciencias y llegaron a los más recónditos lugares del mundo siendo unos trogloditas. “… La verdad es que no soy capaz de vislumbrar el futuro. Es más, pienso que este sistema nos ha raptado el futuro. Una de las justificaciones ideológicas del sistema capitalista era el progreso y la idea de que con este sistema iríamos a mejor respecto a los sucesivos sistemas monárquicos inmovilizas que todo lo que permitían era imaginar utopías, como la de Tomas Moro, pero no futuro. Se nos decía que con este sistema íbamos a conquistar el futuro”. No entiendo muy bien qué tiene que ver el capitalismo con Tomás Moro. ¿Acaso la admirada Inglaterra no es una monarquía? ¿Quién nos robó “el futuro”?  El texto está plagado de la Leyenda Negra que los españoles nos tragamos sumisos durante tanto tiempo. 


El artículo de Elena Cabrera es infumable. Comienza haciendo alusión a los castigos corporales a los sufridos alumnos de la España franquista, como si en la misma época éstos no se dieran en Francia o en Estados Unidos. Por supuesto, “se canta el ‘Cara al sol’ por la mañana”. Pertenezco más o menos a la misma generación que El Aviador Dro y yo no recuerdo haber cantado jamás ese himno. No digo que no se cantara, pero en los años 60 y 70 estaba completamente en desuso y, además, no era obligatorio. Que lo cantara algún alumno del Aviador Dro no significa que fuera la norma en España.  “Un niño con discapacidad se lleva todas las de perder, le sacan a la pizarra para reírse de él y le ponen orejas de burro”. ¿Cómo se puede tener tanta desfachatez? Jamás en mi vida he contemplado una escena semejante. En todo caso, es desternillante deducir que en la España de Franco había acoso escolar cuando en la actualidad sigue siendo un problema. Seguidamente, otro tópico. Puesto que la educación estaba en manos de curas, se nos inculcaba que “Adán y Eva son nuestros antecesores. Un alumno levanta la mano. Pero eso ¿cómo encaja con la teoría de Darwin sobre la evolución del mono hasta llegar al hombre?, pregunta. Los cuarenta y cinco alumnos aguantan la respiración, a la espera de la reacción del maestro, que finalmente dice: ‘a ver si el que desciende del mono es usted”. Todos los niños se ríen en la cara del compañero. Un día cualquiera en el Isidro Almanzán”. Me pregunto cómo es posible que prácticamente toda nuestra generación, educada en los principios del nacional catolicismo, terminara en un militante ateísmo. ¿En la España de Franco no se enseñaba ciencias naturales? Más adelante Elena Cabrera se atreve a escribir que “un dictado comenzaba diciendo “la raza principal es la blanca”. Seguramente esa máxima se repetía en las escuelas de todo Occidente, no solo en la España franquista, pero aquí lo que cuenta es despistar al personal y perpetuar la idea de que la España de Franco estaba a años luz de la ilustrada Francia. Estoy convencido de que eso de que “la raza principal es la blanca” también se decía en las escuelas francesas, inglesas o italianas… pero ¿acaso ha sido la raza negra la que ha llevado al hombre a la luna? ¿Acaso para nosotros mismos nuestra raza no es la principal? Resulta curioso comprobar cómo se acusa a la religión de promover la ignorancia, cuando ha sido el laicismo el encargado de eliminar asignaturas del conocimiento humano y ha convertido nuestras universidades en fábricas de ignorantes. 


Más adelante, Elena Cabrera escribe que Servando Carballar, el líder del Aviador Dro, percibía el olor a marihuana en un portal y que sus padres viajaban sin parar… lo que permite deducir que en la España franquista se fumaba marihuana y se viajaba. Por la misma época, en los países comunistas, la gente vivía encerrada en sus países y era controlada mañana, tarde y noche, pero los progres insisten en lo de “La España gris de finales de los sesenta”. Sin embargo, la España de los años sesenta era bien en color. Fueron los años del boom económico y el país se encontraba disfrutando de los avances tecnológicos exactamente igual que sus vecinos europeos. El colmo viene cuando, nuestra Elena Cabrera nos recuerda que Servando Carballar estudió en un colegio segregado. Así a bocajarro suena como si esa España fuera Sudáfrica. Por cierto, hoy día muchas feministas de nuevo cuño abogan también por la segregación en la educación. Yo también fui segregado durante la primera parte de mi educación y no me ha quedado ningún resquemor. 


“Mientras la clase política construía una nueva superestructura democrática sobre los pilares de la Ley de Reforma Política, la juventud de las clases populares y trabajadoras hacía su propia Transición, mucho más transgresora, viva y divertida que la propuesta por el franquismo remaquillado”. Lo bueno de tener cierta edad es que uno recuerda perfectamente que la juventud de entonces pasaba mucho de la política y de Franco. Conservo revistas de la época y sé de lo que hablo. Por aquel entonces, los jóvenes no mencionábamos a Franco jamás. En cuanto murió, fue prácticamente olvidado. Buena parte de la juventud de entonces acabó enganchada a la droga. Al parecer, morir de sobredosis de heroína es una ejercicio de libertad maravilloso al que Franco privó a los jóvenes. Leo entrevistas del grupo de la época y no veo por ninguna parte referencias a Franco. 


Elena Cabrera menciona el terrorismo de Cristo Rey, pero se le olvida el terrorismo de ETA o del GRAPO, por ejemplo. Se pretende presentar como antifranquistas a los grupos musicales de entonces cuando lo cierto es que los grupos de la llamada “Movida” apenas hablaban de política. Uno de los atractivos precisamente de los grupos “modernos” de entonces era que no mencionaban a la política, ya que quienes lo hacían, que eran los cantautores como Serrat etcétera, no interesaban para nada a esos jóvenes. Se encontraban en las antípodas. 


Una de las inspiraciones de El Aviador Dro fue el movimiento conocido como “Futurismo”, fundado por Marinetti. En el libro, prácticamente no se menciona que el “Futurismo” acabó unido al fascismo (muy de paso se menciona en dos ocasiones, advirtiendo al lector de que el Futurismo también abrazó el anarquismo). Y aquí es donde se comete el error de considerar al fascismo un atraso. Roger Griffin ha demostrado con creces que el fascismo fue un movimiento de carácter modernista. La admiración del Aviador Dro por la técnica ya se encuentra en el fascismo y, especialmente en el nacionalsocialismo, tan plagado de inventos (los admirados cohetes son un invento nazi, no se nos olvide). 


El libro contiene frases tan insufribles como “Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Karol Wojtyla se afanaron en dar la vuelta a la tortilla que habían cocinado los avances científicos”, ¿a qué tortilla dieron la vuelta? ¿Acaso la humanidad sufrió un retroceso tecnológico tras el paso de esos personajes? Después, por eso de apostar por la discriminación positiva racial, se incide en que las grandes figuras de la década de los ochenta eran negras: Michael Jackson, Prince y Tina Turner, figuras por cierto, que tienen muy poco que ver en el mundo del Aviador Dro.  El apéndice de acontecimientos históricos es un totum revolutum donde llega a aparecer la “Primavera árabe”, aquel movimiento periodístico televisivo que no llevó la democracia a ningún país, y, cómo no, el movimiento 15M, ese fiasco de chavales a los que se les hizo creer que el papá Estado se lo tiene que dar todo y que la derecha es la gran culpable de todos sus problemas. También deja claro que la mayor manifestación en la historia de los USA fue contra Donald Trump. Todo el libro tiene un tufillo a Podemos y al PSOE del idiota de Pedro Sánchez, que no son sino simples marionetas de quienes idiotizan a la sociedad con consignas baratas como el racismo, el feminismo o la lucha LGTBI. Nada de todo eso me parece que puede tener cabida en un futuro. Por supuesto, el feminismo se deja notar a lo largo de todo el libro, llegando a mencionar manifestaciones feministas supuestamente históricas, o la parida de que en Arabia se ha llegado al increíble hito histórico de que las mujeres conduzcan. Es un delirio absurdo. Se llega a escribir “Obreras y Obreros especializados”, lo que resulta estomagante. Por supuesto, el papel de la mujer tiene su apartado, por más que, en su conjunto, sea más testimonial que otra cosa. 


El colaborador Jesús Rodríguez Lenin se lleva la palma. Nos lleva a su terreno explicando la transición española a su manera, con perlas del tipo “nadie con dos dedos de frente condenó ese atentado”, en referencia al asesinato de Carrero Blanco. Menciona a Luís García Berlanga, “conocido por su leve oposición al régimen y su humor cínico”, pero se omite su participación en la División Azul. No está de más recordar estas palabras de Berlanga, recogidas en "Los cuadernos inéditos de Berlanga:

         "La Falange ha creado el clima necesario para la germinación del Imperio. Imperio que cuajará el día en que, con un fusil al hombro, Franco nos señale el primer objetivo."


 Rodríguez Lenin se queja de que en la España franquista no se podía estudiar “de forma objetiva sistemas políticos como el socialismo, el comunismo o el anarquismo”, cuando es de sobra conocido que los libros comunistas se vendían perfectamente durante el franquismo, por lo menos en los últimos 15 años del régimen. Por supuesto, menciona a la censura, como si en nuestros países vecinos no existiera entonces, o como si no existiera en la actualidad. Pero el señor Rodríguez Lenin, erre que erre con el catecismo que los españoles se tenían que tragar mediante atroces sufrimientos. Eso sí, abundan loas al comunismo y a la Revolución de Octubre. Por algo el sujeto firma como “Lenin”. En todo caso, puestos a comparar adoctrinamientos, dudo mucho que en un futuro se distinga el de Franco de el de Pedro Sánchez. Hoy mismo he estado en una piscina municipal y los altavoces no paraban de lanzar consignas contra el heteropatriarcado, todo muy “1984”. 

La manida frase “cuarenta años de dictadura y la España gris de la Transición” resuena a lo largo de la obra como un mantra, queriendo dar la sensación de que cuando aparecen grupos como El Aviador Dro se vio por fin la luz, que aquella gris España era imposible. Lo que no explican es cómo aparecieron los grupos fetiches como Devo en Estados Unidos o Kraftwerk en Alemania, donde no tuvieron a Franco. 

Cuando era adolescente a mí también me gustaban las consignas tipo “derribar para construir”. Incluso puede que me tomara en serio sus panfletos. El problema, creo yo, nos viene dado cuando, ya talludos, seguimos en la misma línea. Las personas que no cambian en su vida no son interesantes. Resulta patético ver a un punk de 60 años con la misma guisa que cuando tenía 20. En su día compré el LP “Alas sobre el mundo” y el maxi “Programa en espiral”, que me gustaron mucho. Los sigo escuchando. Les vi en directo, en una pequeña sala, con muy poco público. Pero estuvieron simpáticos y entregados. Fue un gran concierto. 

El libro es un buen intento de recopilar la historia del Aviador Dro, con muy buena presentación, pero que termina resultando agotador por el omnipresente tufo progre. Confieso que me he perdido con el significado de “Nuclear sí”. Me ha dado la impresión de que la canción es presentada como un aviso y denuncia de la energía nuclear. Pero lo más seguro es que yo lo haya entendido mal.

miércoles, 24 de julio de 2019

Los contenedores

Estoy muy asqueado con los contenedores de basura. Son antiestéticos, molestan, generan olores innecesarios... y gustan a los progres, luego tienen que ser algo malo. Cada vez hay más, hasta el punto de que va a llegar el día en que ocupen calles enteras para que el ciudadano recicle todo lo que pueda. Da mucho coraje verlos por todas partes, estropeando vistas de bonitas calles. Uno ya no puede hacer una foto sin que salga toda esa basura. Hace un tiempo yo reciclaba, pero ahora me da mucha pereza. Vivo más tranquilo desde que no lo hago. Ya sé que esto es el sacrilegio moderno.

    Antiguamente la basura se dejaba en la puerta de la casa, de noche, y era recogida por los basureros puntualmente. Sí, el camión era un poco molesto, pero nada comparado a tener que soportar a diario cómo a las 12 o a la una de la madrugada, cuando cierra el bar frente a casa, vierten los vidrios, uno a uno en el dichoso contenedor. Además, ya no molesta un solo camión. Después de soportar la tortura de uno, aparece otro camión a los 5 minutos. Por otra parte, los modernos contenedores no son aptos para ancianos ni personas con discapacidades. Cuesta abrirlos una barbaridad. Sé que se han dado cuenta del asunto y que los nuevos ya tienen incorporada una apertura baja que soluciona poco el problema.

    Otra cuestión interesante es por qué si ayudamos a las instituciones en el reciclaje, no se nos paga nada. Es más, tenemos que pagar impuestos. ¿Por qué no se nos paga la parte que pagamos de un objeto, como puede ser el papel, el plástico o el cristal cuando lo reciclamos? ¿Quién se queda con nuestros despojos? El reciclaje es un asunto muy lucrativo. Con nuestro gesto "solidario" estamos lucrando a alguien. En Alemania puedes devolver los cristales al supermercado a cambio de una pequeña cantidad de dinero. Es lo justo. Pero en España reciclamos gratis y creemos que estamos contribuyendo al sostenimiento y salud del planeta. 

    En definitiva, que la recogida de residuos se ha convertido en un esperpento, que da una imagen horrenda de nuestras ciudades y que nos están volviendo locos con lo que tenemos que hacer con nuestras inmundicias. Como todo en esta vida,  el asunto es más bien económico. Pero que no cuenten conmigo.


martes, 23 de julio de 2019

Fascismo por un tubo

Fotografía de una popular librería. Por los títulos, un cliente despistado podría pensar que se encuentra en los años treinta del siglo pasado. Fascismo por doquier. Fascismo por un tubo. Pero ¿existe el fascismo? No. No existe. El fascismo es la palabra mágica que tienen los poderosos para tenernos bien cogidos por los huevos. Ser antifascista te coloca en la misma tesitura que ETA. El antifascismo une a etarras con liberales. De hecho, para derrotarlo (y leamos bien: derrotarlo) fue preciso la unión de comunistas, liberales y demás ralea. Lo dijo Ramiro Ledesma: "En casi todas partes se organizó y propagó el antifascista antes que el fascismo apareciese". Pero, dejemos las cosas claras: primero surge el comunismo, después el fascismo. Es decir, la humanidad no hubiera conocido el fascismo si no fuera porque surgió como una respuesta a la criminalidad comunista. Que no te engañen: ni Trump es fascista, ni lo es el vecino admirador de Franco.

sábado, 13 de julio de 2019

Los afrancesados

Recientemente he asistido a una boda oficiada por el alcalde de la ciudad. Como uno de los contrayentes es francés, y parte de los invitados, se vio el alcalde en la obligación de lamer los pies ad nauseam a los franceses. Dijo el edil que la ciudad "hacía suyos" los valores de la Revolución Francesa. Más o menos vino a decir que, gracias a Francia, vivimos en democracia en la actualidad. No contento aún, comenzó el edil casi a alabar a Napoleón. El hombre se metió en un jardín del cual le costó salir, aunque lo hizo a base de risitas nerviosas. No conté la cantidad de veces que el alcalde repitió, cual loro, el lema "Libertad, Igualdad y Fraternidad". Incluso un francés se merece algo más que el manido lema.

Durante la ignominiosa ceremonia, el alcalde se posicionó, evidentemente, del lado de los verdugos del 2 de Mayo. Sí, del lado de esos soldados que retrató Goya en su célebre cuadro. Ante semejante sumisión, esperé que sonara de un momento a otro la Marsellesa. Todavía tenemos afrancesados.

Lo de Napoleón es bien curioso si lo comparamos, por ejemplo, con un Hitler. Ambos invadieron Europa y ambos sucumbieron en el intento. Sobre Hitler cayó una ignominia que aun soportamos y sobre Napoleón los franceses han actuado como si hubiera ganado la guerra.

 En mi ciudad hay un retrato de Napoleón bien grande que los fanáticos de la Memoria Histórica respetan como si el personaje fuera Gandhi. La historia de Francia y España es la historia de sus enfrentamientos. No ha tenido España enemigo más pérfido. Los españoles, que nos hemos tragado la Ilustración y seguimos creyendo que España es un país atrasado (¿con respecto a qué), bajamos la cabeza sumisos cada vez que un europeo nos restriega su supuesta superioridad moral. ¿Qué han hecho los franceses, alemanes, ingleses y holandeses durante los últimos siglos? Guerras y más guerras. Sus últimas guerras, las más destructivas de la historia de la humanidad, no han sido guerras en las que haya participado España. Ellos tienen más de qué avergonzarse. Curiosamente nos avergonzamos nosotros. 

lunes, 13 de mayo de 2019

La nueva pravedad


La ministra de Justicia, Dolores Delgado (tiene que ser duro ser feminista y tener un apellido masculino), o lo que es lo mismo, Baltasar Garzón, acaba de asegurar que Franco colaboró en el Holocausto. Como si viviéramos en un estado orwelliano, la ministra utilizó el pasado torticeramente convirtiéndola en historiadora al servicio de los victoriosos de la Segunda Guerra Mundial. Como es bien sabido, el ex juez Baltasar Garzón basó su carrera judicial en imitar los juicios de Nuremberg. Esos juicios han sido para Garzón, y por supuesto para su alter ego Dolores Delgado, la biblia de su política. 

Pretenden inculcar (y casi han conseguido) la mentira que convierte a la Segunda República en una democracia, y a la Guerra Civil en una guerra entre demócratas y fascistas. La realidad es que ni la República defendió la democracia ni Franco defendió el fascismo. Pero la realidad importa bien poco al Partido Socialista y, mucho menos a Garzón-Delgado. 

España intervino en la Segunda Guerra Mundial mediante el envío de la División Azul a Rusia. Fueron a combatir al mayor régimen opresor que haya conocido la humanidad. Sus combatientes fueron voluntarios y de elevado nivel intelectual. Ellos también fueron españoles que combatieron al mal y sufrieron los terribles rigores de la guerra y, lo que es peor, el cautiverio ruso. No veremos ningún homenaje. Es más, se intenta borrar su historia. Ya prácticamente han desaparecido del callejero español, que ha sido convenientemente sustituido por los defensores de la República, por mucho que éstos no fueran demócratas ni defendieron ninguna democracia. Tampoco veremos homenajes por las gestiones que hizo el gobierno de Franco para salvar judíos sefarditas, bien acreditadas en los libros de Luis Suárez Fernández. 

Quieren asemejar a Franco a Hitler y a Mussolini. Y como en Occidente la religión es el Holocausto, qué mejor forma de practicar esa religión ofreciendo a Franco a sus ritos. Sacando a Franco del Valle de los Caídos, España se rinde a la nueva religión, deja de ser independiente, se alinea junto a los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, como nación sumisa.

España hace muy bien los deberes y enseña la nueva religión llamada Holocausto. La nueva pravedad es dudar de esa religión. Por supuesto, está prohibido discrepar, dudar u opinar. El que duda del Holocausto acaba con sus huesos en la cárcel. Y en España, por su puesto, está prohibido también discrepar. Está prohibido pensar que la Segunda República no fue una democracia sino un abyecto régimen que perseguía y asesinaba. 

La nueva religión impone homenajes, placas conmemorativas, conferencias, películas, adoctrinamiento a nuestros jóvenes... Una población que cree a pies juntillas en la nueva religión, jamás puede fallar al sistema. Es una población sumisa, sin crítica, dispuesta a acepar cualquier sacrificio. 

Una vez más, lo explica perfectamente Orwell:

      La alteración del pasado es necesaria por dos motivos, uno de ellos es subsidiario y, por así decirlo, preventivo. Consiste en que los miembros del Partido, al igual que los proletarios, toleran las condiciones presentes solo porque carecen de un patrón de comparación. Es necesario aislarlos del pasado, igual que de los países extranjeros, porque es preciso que crean que viven mejor que sus antepasados y que el nivel de vida está aumentando constantemente. Pero, con diferencia, la razón más importante del reajuste del pasado es la necesidad de salvaguardar la infabilidad del Partido.

miércoles, 1 de mayo de 2019

Los imprudentes


  “Llego a saber lo subnormales que sois y hago elecciones”. Este aserto aparecía junto a una fotografía de Franco, tras la victoria del PP en las elecciones de 2016. Este año se ha concedido el voto a más de cien mil personas con discapacidad intelectual. A tenor de los resultados, uno empieza a pensar que el aserto atribuido a Franco es cierto. Pocas personas admiten que votan al PSOE pero, cuando expones el sinsentido de votar y explicas la infame historia del PSOE, ten por seguro que tienes a un votante de ese partido cerca. El PSOE, el partido que provocó la Guerra Civil, el que se fue de “vacaciones” durante cuarenta años, el partido financiado por la CIA en los años 70, el partido que apoyó durante décadas al comunismo más criminal, el que aseguraba que España no entraría en la OTAN, el que hizo una reconversión industrial en los años 80 para venderse al Mercadillo Común, el partido del terrorismo de estado, el partido más corrupto de la historia, el partido que ha partido a España, el partido prácticamente hundido en los últimos años, el partido que a consecuencia de su hundimiento aceptó los postulados del globalismo de forma fanática, el partido que aceptó finalmente a un tontaina en su presidencia… lo ha vuelto a conseguir. 

España está enferma de gravedad. La historia nos demuestra que España es harto difícil de romper. Esa España enferma es la que le gusta gobernar al PSOE y a los amos de la Constitución de 1978. España se ha convertido en un enorme campo de batalla en donde la cordura se hace harto imposible. El español es aficionado a la discusión tabernaria desde siempre. Benito Pérez Galdós lo retrató magistralmente en La Fontana de Oro: “¿Será preciso quitarles la libertad y no devolvérsela hasta que reciban educación o castigo? Entonces, ¿habrá libertad para unos , y para otros no? Ha de haberla para todos o quitársela a todos. ¿Y es justo renunciar a los beneficios de un sistema por el mal uso que algunos pocos hacen de él? No: más vale que tengan libertad ciento que no la comprenden, que la pierda uno sólo que conoce su valor. Los males que con ella pudieran ocasionar los ignorantes son inferiores al inmenso bien que un solo hombre ilustrado pueda hacer con ella. No privemos de la libertad a un discreto por quitársela a cien imprudentes.” 

El problema ahora es que abundan los imprudentes, a quienes se ha concedido el voto. A partir de ahora sabemos con qué nos vamos a desayunar a diario: Franco, la eterna amenaza del fascismo, el adoctrinamiento sexual, leyes para seguir lobotomizando a la población, cambios climáticos… De inmigración se hablará poco porque se impondrá en silencio. Pero, ¿acaso algún imprudente pensaba que ocurriría algo diferente con un PP triunfante? Seguimos sin poder diferenciar a los cerdos de los hombres. 

domingo, 28 de abril de 2019

La historia la escriben ellos

Recibo en mi buzón una carta electoral de Podemos. En plena era de la protección de datos, precisamente cuando más se sabe de nosotros, inquieta que los partidos políticos dispongan de nuestro nombre y dirección. La risotada viene cuando abro el sobre y leo perplejo el lema "Si crees que la historia ya está escrita, no tiene sentido que leas esta carta". Basta mirar la ilustración y ver que quien está escribiendo es Pablo Iglesias. En otra ocasión me encontré por la calle unos carteles en donde nos vuelven a insistir que "la historia la escribes tú". En plena era de la infame Ley de la Memoria Histórica, estos lemas resultan desternillantes.  La historia la escriben ellos y solo ellos. Y para ello crean leyes para que la masa no piense. Ya lo hacen ellos por nosotros. No es nada nuevo. Orwell y otros tantos intelectuales de su época nos lo advirtieron. La izquierda decide el lenguaje y la historia y hacen creer que quien escribe la historia eres tú. No puede haber más mezquindad. Los que dicen que la II República fue una democracia quieren escribir la historia. Los partidarios de encarcelar al disidente dicen que "la historia la escribes tú". No se puede tener más desfachatez.

La televisión pública, en manos de PSOE y Podemos, se ha convertido en un ente orwelliano donde se adoctrina a cada segundo. A diario bombardean con la ideología de género, con las bondades de la inmigración, el cambio climático (antiguamente llamado "Calentamiento global") u honran los postulados de Potsdam de 1945 mediante toda su factoría propagandística.

Advierte Koestler: "El Partido no se equivoca jamás. Tú y yo podremos equivocarnos. Pero el Partido, no. El Partido, camarada, es algo mucho más grande que tú y que yo y que otros mil como tú y como yo. El Partido es la encarnación de la idea revolucionaria en la Historia. La Historia no tiene escrúpulos ni vacilaciones. Inerte e infalible, corre hacia su fin. A cada curva de su carrera deposita el fango que arrastra y los cadáveres de los ahogados. La Historia conoce su camino. Nunca se equivoca. El que no tiene un fe absoluta en la Historia no debe estar en las filas del Partido".

André Gide reflexiona al respecto: "No cabe duda de que si todos los ciudadanos de un Estado pensaran lo mismo resultaría más cómodo para los gobernantes. Ahora bien, ¿quién ante semejante empobrecimiento, se atrevería aún a hablar de "cultura?"

Legislan la historia, y osan crear comisiones de la verdad, a imagen y semejanza del orwelliano Ministerio de la Verdad. Y, sin embargo, la Verdad queda abolida, no permite desviaciones. Cuidado con quienes aseguran que la historia la escribes tú, "podría suceder que se llegue a producir una nueva raza de hombres que carezcan de toda aspiración a la libertad, del mismo modo que se podría crear una raza de vacas sin cuernos", como dijo Orwell.

lunes, 22 de abril de 2019

Rebelión contra el mundo moderno


Los carteles del omnipresente Pedro Sánchez y su infame PSOE son testigos de la vieja España que se resiste a morir. Resulta inquietante y curioso observar cómo las procesiones españolas hacen su recorrido mientras son observadas por ese Pedro Sánchez convertido en un ridículo Gran Hermano. Las procesiones de Semana Santa representan el verdadero desafío al mundo moderno. El pueblo participa en ellas con entusiasmo. No hay ninguna duda de que la izquierda es el enemigo del cristianismo. Las hordas de Podemos lo que defienden es Al Andalus. Su representante andaluza lo dejó bien claro en el Parlamento andaluz hace no mucho. 

En los años treinta las iglesias españolas ardían con la complicidad y alevosía del PSOE. Hoy el pulso se mantiene. Pedro Sánchez, el tonto peligroso, contempla el paso de las procesiones que se resisten a desaparecer. El materialismo dialéctico frente a la cruz. “Haz que pase”, reza el lema socialista. Y, claro, las procesiones pasan. 

domingo, 24 de marzo de 2019

La máquina de lavar cerebros



Se acercan las elecciones generales y comenzamos a ver movimientos interesantes. Ese tipo de movimientos que nos hacen ver a las claras quién manda en todos los países. Recientemente el partido VOX anunció que el historiador Fernando Paz iba a presentarse por esa formación. Y ha sido fulminado. ¿Su delito?: no seguir la “norma” y haber puesto en duda la historia oficial. El mismo Fernando Paz, buen conocedor del mundo en el que vive, debería haber sabido que su candidatura sería puesta en duda, como ha así ha sido. Esto es lo que le dura la carrera política a quien se sale del sistema. Y esta es una perfecta prueba de que el fascismo no avanza, ni avanza lo que llaman extrema derecha, sino que el poder lo siguen sustentando los de siempre. Y así será por mucho que nos gobierne la extrema derecha o la extrema izquierda. 

    Tímidamente,  hay personas que están empezando a despertar. Se puede comprobar en Internet. En Youtube comienzan a aparecer canales de personas que no se creen la historia oficial que nos cuentan los medios de comunicación y las películas de Hollywood. 

    Hay temas tabú que no se pueden discutir, es más, uno se arriesga a ser encarcelado. La historia oficial de la Segunda Guerra Mundial no se puede poner en duda. El mismo PSOE legisla sobre la historia de nuestra última Guerra Civil. El problema que tienen es que disponemos de libros y de Internet para informarnos como nos dé la gana. Y podrán legislar lo que quieran, pero no podrán imponernos su abyecto pensamiento. 

    No solo la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil Española están amordazadas. La historiadora María Elvira Roca Barea ha “arrasado” con su ensayo “Imperiofobia y leyenda negra”. La mentira de la “leyenda negra” sobre España es bien conocida desde hace mucho tiempo, pero ha sido María Elvira Roca la que está popularizando la infamia contra España. De esa leyenda, perfectamente asumida por los españoles, podemos comprender hasta qué punto nos engañan con la historia y lo importante que es para el sustento del poder real. 

    La historia debe de ser revisionista o no es historia. Revisionistas son los que dudan de la historia oficial de la Segunda Guerra Mundial. Y ya han convertido el término “revisionista” en sinónimo de “fascista” o “nazi”, que son los dos descalificaciones más infames por excelencia. 

    Si Maria Elvira Roca Barea nos demuestra que la leyenda negra sobre España sirve a los intereses de nuestros enemigos, ¿no es menos cierto que la leyenda negra sobre Alemania sirve a los intereses de los nuevos dueños del poder mundial? ¿o que en la actualidad sea prioritario eliminar a Franco del Valle de los Caídos? ¿o que sean más importantes las víctimas del franquismo que las víctimas de ETA?

    En los últimos meses hemos podido comprobar cómo gobierna la izquierda. La televisión pública, la misma televisión que les parece repugnante cuando no la controlan ellos, nos ofrece todo el pack del pensamiento único: documentales sobre lo buena que fue la República, sobre los campos de concentración nazis, sobre las bondades de las mujeres, sobre los esclavos de Franco… Toda la televisión pública se ha convertido en un aparato de adoctrinamiento. 

    Vivimos en una gran mentira. El PSOE, el partido más corrupto y siniestro de la historia de España, ha logrado que la psique popular crea sus doctrinas. El PSOE, y prácticamente todos los partidos son una máquina de lavar cerebros.  La derecha jamás ha hecho nada por contrarrestarlo. Jamás ha osado eliminar la infame Ley de la Memoria Histórica. 

    Por eso es importante tener bien claro que, votemos a quien votemos, nada va a cambiar. El plan de desinformación y control sigue adelante. 

miércoles, 30 de enero de 2019

Franco: ¿Nunca nos libraremos de él?


"El País Semanal", en su número 96 del domingo 20 de diciembre de 1992 se pregunta: "¿Nunca nos libraremos de él?"

PSOE-El País son los principales divulgadores de Franco. Son quienes manipulan la historia en beneficio propio. Son los creadores de la infame Ley de Memoria Histórica. En definitiva, son ellos los que no quieren que nos "libremos" de Franco en la vida.

No hay mas que buscar la palabra "Franco" en El País: 125.211 entradas. Y subiendo, claro.

Que no engañen: PSOE-El País son los principales beneficiarios de la propagación manipuladora de la figura de Franco. Es más, sin Franco no existirían. 

No quepa la menor duda: lo van a pagar caro. Quien miente en beneficio propio termina pagándolo. El PSOE ya es un partido muerto.