domingo, 24 de enero de 2021

Super Trump

 


La figura de Trump es de una relevancia enorme a la hora de comprender los grandes cambios que el mundo está sufriendo. No hay que fijarse en Trump: hay que fijarse en sus poderosos enemigos. Trump ha gobernado solo contra viento y marea. Ha perdido, pero ha peleado y nos ha dejado constancia de su lucha. El milagro es que haya logrado alcanzar el poder y mantenerse. No se puede gobernar con los medios de comunicación en contra. Y no estamos hablando de medios de comunicación como la televisión o la prensa: todo lo que llega a la masa al teléfono es propaganda anti Trump. Es imposible sentir simpatía por Trump: solo llega desinformación y basura mediática. 


Basta observar nuestra prensa y, sobre todo, nuestras televisiones, para darse cuenta: solo han hecho propaganda anti Trump. En los telediarios la noticia Trump del día acostumbraba a ser que su mujer tenía mala cara, que le ha rechazado la mano o que una ventisca ha despeinado al presidente. Cualquier trivialidad era buena para ridiculizarlo. Ciertamente el magnate es un personaje que se presta a la caricatura, pero también lo es su contrincante Biden (probablemente mucho más) y nuestras televisiones lo adoran. A diario la prensa ha tenido los dos minutos de odio contra Trump. Veamos algunos ejemplos sacados del diario soviético Lo País al inicio del mandato:








Trump ha sido un presidente diferente, y eso en un presidente de Estados Unidos es mucho. El continuismo ha sido la pauta general de la política americana tras la Segunda Guerra Mundial. Internacionalmente no había diferencias entre un Bush y un Obama.  La llegada de Trump supuso un soplo de aire fresco porque el presidente apenas ha querido interferir en los asuntos internacionales. 


A la opinión pública se la trae al pairo lo que ocurre en Estados Unidos excepto cuando los medios de comunicación la azuzan. Lo que se vivió con el llamado “Blacks Lives Matter” es un claro ejemplo. Absurdamente arrodillados. Lo interesante es que el racismo desaparece cuando gobiernan los “buenos”. ¿Durante todo el mandato de Obama no hubo actos racistas? Esto deja bien claro quién manda en los medios de comunicación.


Trump ha tenido decisiones insólitas y, a mi parecer, correctas, aunque poco efectivas (puesto que serán anuladas por Biden). Su salida de la OMS, la escasa intervención exterior, su enfrentamiento con los lobbys más importantes (el pack feminismo-LGTBI-racismo-cambio climático-inmigración), su denuncia del régimen chino…


Una de las primeras decisiones del presidente Biden, o mejor dicho, de su camarilla, ya que Biden es un guiñol, ha sido “destrumpizar” a la sociedad americana. Nuestras serviles televisiones han empleado la palabra, que recuerda bastante a aquello de “desnazificar”. La democracia no existe. Es una farsa. ¿De qué sirve que gobierne un Trump si todo su legado es desmontado al día siguiente por el oponente de turno? Es muy significativo que jamás la derecha derogue las leyes aprobadas por la izquierda. Lo hemos visto en España. El Partido Popular, contrario en su día al matrimonio homosexual, al aborto y a la Ley de Memoria Histórica, no se atrevió a derogarlos.  ¿Pero no fue Trump elegido democráticamente? ¿No es un agravio brutal contra quienes le votaron? La democracia no se sostiene. Cada vez es más notorio su aspecto totalitario. 


Tenemos claro un principio de democracia occidental: aunque gobierne la derecha, el verdadero poder lo ostenta siempre la izquierda. Se sabe desde Münzenberg. La diferencia es que hoy día los medios de comunicación son monstruosos. Es imposible escapar de su influencia. 


Trump no es un político. Es un empresario independiente que accedió al poder gracias a su dinero y al hartazgo de una sociedad abrumada y asqueada de la política cada vez más opresora de los magnates de los monopolios de información. Hemos visto quién gana la partida: los que controlan la información. 


Todos los acontecimientos mediáticos son aprovechados hasta la náusea por los enemigos de Trump. El último y definitivo gran golpe de efecto ha sido el asalto al Capitolio, que recuerda mucho a nuestro 11M, cuyo resultado, además de las víctimas, fue la subida al poder de un PSOE agónico. 


Es significativo como la masa despotrica contra Trump pero no se inmuta ante los verdaderos regímenes criminales. Asombra que esa misma masa aplauda la censura al presidente Trump y acepte los mensajes de los países comunistas. 


Casi toda la política de Trump la firmaría un votante de Podemos. Ya no lo recuerda nadie, pero hubo una época en la que Podemos alertaba de las consecuencias fatales del Tratado de Libre Comercio. Trump también estaba en contra. La progresía patria, muy en contra de las guerras impulsadas por EEUU, calla vergonzosamente ante el hecho de que Trump ha sido un presidente que no ha intervenido prácticamente en guerras. 




Trump le declara la guerra a Google:

 «Están controlando lo que podemos ver y lo que no»Trump se ha dado cuenta de esta situación al introducir las palabras «Trump News» en Google. «El 96% de los resultados son de medios nacionales de izquierda y es muy peligroso», afirma en uno de sus dos tuits. El actual presidente de EE.UU. además lanza una amenaza velada a las tecnológicas: «Google y otros están reprimiendo las voces de los conservadores y ocultando información y noticias que son buenas. Están controlando lo que podemos ver y lo que no. Esta es una situación muy seria, ¡se tratará!». (Agosto de 2018)