Cuando Corea del Norte quiere provocar a sus enemigos saca al ejército a la calle en interminables desfiles en donde muestra al mundo su poderío. Naturalmente, desde nuestra óptica democrática, eso nos parece deleznable. ¿A quién se le puede ocurrir amenazar con guerras en el siglo 21? nos preguntamos. Lo que se saca a la calle se muestra al mundo. ¿Qué sacamos en Occidente? Pues desfiles del orgullo gay, tan desafiantes como los tanques y misiles coreanos. Lo que en apariencia parece una conclusión homófoba, en realidad es todo lo contrario. Creo que hacer desfilar por las calles a gente semidesnuda, moviendo el culo y haciendo pasear a amos y esclavos, como si fuera un ejercicio de libertad (que seguramente lo es) en realidad se convierte en desdicha para millones de personas en el mundo. Debemos entender que no todo el mundo es igual que nosotros y que hay países en donde la homosexualidad es severamente castigada. Y creo que estos países, lejos de querer imitarnos, se radicalizan aún más. La ley contra la propaganda homosexual en Rusia no es más que una consecuencia de nuestro descaro. Ellos no quieren ver por sus calles a personas semidesnudas en posiciones lascivas. Y se protegen con leyes. Por tanto, me atrevería a decir que la difícil situación en la que se encuentran los homosexuales de Rusia es culpa nuestra, en parte. A mayor radicalización nuestra, mayor radicalización de ellos. En muchos países de África y en los países árabes, no quieren parecerse en nada a nosotros. No quieren nuestro modo de vida, por muy incomprensible que nos parezca. Nuestra libertad les resulta lo más parecido al infierno.
Las reivindicaciones de los homosexuales han sido justas siempre. Como lo han sido las reivindicaciones de las mujeres y como lo son los derechos de los animales. La homosexualidad ha estado prohibida en prácticamente todo el mundo hasta hace bien poco. Por tanto, es un logro enorme lo conseguido. Enorme y, repito, justo. Pero, una vez conseguidos los derechos, ¿es la mejor manera de celebrarlo en desfiles de mal gusto?
Una de las proclamas más importantes del comunismo ha sido el internacionalismo. La idea de que todo el mundo sea igual es muy buena... pero pueril. No es posible. Por eso ellos hablan, con cierta hipocresía, de la famosa "utopia". Bien, no hace falta explicar los millones de víctimas que esa ideología ha provocado. Efectivamente, si todos los países del mundo fueran igual de demócratas que el nuestro, podríamos salir a las calles a celebrar orgullos, orgías y declaraciones amorosas sin miedo a que otros países se ofendieran. Pero el mundo nunca va a ser homogéneo. Jamás.
Los desfiles callejeros nunca son espontáneos. Son organizados concienzudamente por el sistema. Por eso resulta igual de obsceno ver desfiles militares que desfiles del orgullo.