sábado, 5 de diciembre de 2015

Micromachismos y Macrofeminismos

En las pasadas elecciones europeas se produjo un rifirrafe entre el PSOE y el PP, entre Elena Valenciano y Arias Cañete, sobre el machismo. El PSOE, en su línea, se empeñó en resaltar el asunto. Habida cuenta de los malos resultados obtenidos por la Valenciano, se entendió que la sociedad estaba harta del debate. La Valenciano pasó a un segundo plano.

Cuando pensábamos que el asunto ya estaba olvidado, la izquierda rancia y oportunista vuelve a la carga, esta vez con micromachismos, violencia de género y demás ralea. De hecho, no hay ningún partido de todo el elenco democrático que no ofrezca soluciones al asunto.

¿Pero alguien ha tratado de evaluar qué ocurre con la violencia de género? ¿Cómo puede ser que, tras 40 años de democracia, España esté en manos de catetos machistas maltratadores? ¿Alguien lo comprende? Aquí lo que subyace es que la mujer se encuentra desprotegida ante los miles de maltratadores que deben de campar a sus anchas por nuestras calles.

Se crea un problema para acomodarse en él. Todos los dirigentes de todos los partidos se encuentran cómodos en el discurso contra la violencia de género porque es  un asunto, digamos, imparcial, en el que todos pueden decir su idiotez más grande sin caer en el ridículo.

En la era de las estadísticas, gusta contar el número de víctimas de violencia de género anuales. Así pues, en los telediarios y prensa aparecen gráficos comparativos con otros años. ¿Pero alguien se ha tomado la molestia de averiguar caso por caso? ¿Metemos en el mismo saco al anciano que acaba con la vida de su mujer para no alargar su agonía que al parado fracasado que también la mata? ¿metemos en el mismo saco al celoso enfermizo que mata a su amante que a quien comete un "micromachismo"? Otra cuestión que tampoco se debate es el perfil de ambas partes, el hombre y la mujer, en cada caso de violencia de género. Sería interesante comprobar cuánta gente es capaz de mantener una relación de carácter sumisa, el perfil cultural, la procedencia... en definitiva, que lo que se llama violencia de género no está en absoluto definido.

Los estudiantes reciben a menudo charlas sobre machismo y violencia de género. Al final muchos de ellos terminan convencidos de que las mujeres están desprotegidas contra los desmanes del macho. Se termina por criminalizar a todos y asunto concluido.

El comportamiento masculino actual es producto de nuestro tiempo. Las mujeres se comportan exactamente igual. Quiero decir, cuando alertan a los jóvenes de que un hombre celoso es algo anormal, no advierten que las mujeres se comportan exactamente igual que ellos. Por lo tanto, la charla iría bien encaminada si lo advirtiera. De hecho, uno de los aspectos en los que más inciden nuestros políticos es el de la educación. Esto me resulta divertido. Creen que dando charlas a nuestros niños y educándoles en el respeto y toda esa palabrería, el día de mañana van a ser modelos cívicos. Este argumento, el principal que manejan los políticos, se desmontan por sí solo, a la vista de los resultados. ¿40 años de educación democrática nos dejan un panorama tan desolador? Los mismos políticos que inciden en lo vital que es la educación ponen como ejemplo a los países nórdicos, en donde leen mucho, hablan muchos idiomas y deben vivir en una especie de vergel cultural casi inalcanzable para nosotros, pobres analfabetos. Sin embargo, la llamada violencia de género es mayor en los países nórdicos. ¿Es entonces la educación algo vital para combatir esta lacra?

Los problemas eternos que plantea la democracia acaban siendo una forma de estafa desde el momento mismo en que los políticos comienzan a ganar dinero con el asunto. Tengo la impresión de que lo que llaman violencia de género, el machismo y las drogas han caído en el mismo "saco" en donde se crean departamentos gubernamentales, autonómicos y municipales. Se nombran cargos y a vivir del cuento. Existen incluso "Institutos de la mujer", eternamente subvencionados, que una vez al año sacan a la calle los carteles en donde nos advierten de nuestros delitos cotidianos, a saber, no pasar la aspiradora, no recoger los calzoncillos del suelo o levantar la voz a tu mujer. Y así llevan décadas. Pero vamos, exactamente lo mismo que la droga, el eterno "problema"de la democracia.

Y cuando creíamos que la tontería no podría ir a más, la llamada izquierda radical, los partidos "emergentes", se sacan de la manga eso de que el lenguaje también es machista y empiezan a hablar en femenino. Juro que he visto a un hombre en un debate de TVE hablar en femenino. Pues bien, a mi este hombre me parece una víctima del macrofeminismo. El número de jilipolleces al respecto es infinito. Un político nórdico propuso sustituir los mingitorios masculinos de pared por otros como los femeninos. Vamos, que dejemos de mear como animales y nos sentemos como ellas.