“Me has decepcionado, César Cadaval”, he podido leer en una red social tras la publicación de una fotografía del humorista con un guepardo recién abatido. Nunca he sido partidario de las llamadas “Redes Sociales”, que han acabado siendo un terreno vulgar en donde la gente lanza exabruptos de moda o fotografía su día a día hasta la nausea. Pero qué cabe esperar del populacho. Los que ahora se dedican a masacrar al famoso de turno, hace no mucho acudían a las ejecuciones públicas con entusiasmo. Aparentemente es menos nociva su última afición. Lo que no me cuadra mucho es que los propios famosos, celebrities, o como quiera llamárseles, se adhieran a la tonta costumbre de las redes sociales. ¿Para qué tiene una red social un famoso si su red social siempre ha sido la misma prensa? Bien, esto solo nos confirma que las celebrities son tan tontas como la masa. Nada más. Y hete aquí, que de vez en cuando, el famoso comete un “error” y termina publicando una foto con un guepardo muerto, como es el caso de César Cadaval. Para que el hecho en sí se convierta en “viral” y la chusma termine abominando el caso, tiene que haber otro famosete con miles de seguidores que lo repruebe. Y, eso es todo, el asunto termina en la prensa y con la ralea entretenida por unas horas.
Reconozco que he tenido suerte con mis ídolos. Ninguno me ha decepcionado por completo. Por eso son ídolos. Tengo amigos a los que les gusta Joaquin Sabina pero que son contrarios a las corridas de toros, al contrario que él. Las opiniones de los escritores e intelectuales suelen acabar casi siempre en decepción. Pero no es mi caso. Todos mis ídolos son perfectos para mi. Pero tengo el suficiente fuste como para intuir la personalidad de alguien como César Cadaval. Su actitud no me ha decepcionado, entra simplemente en una posibilidad. Por tanto, seguiré disfrutando de su humor sin ninguna merma sobre lo que el personaje me sugiere. Es lo que tiene ser animalista desde hace más de veinte años. El postureo progre de red social es lo que no me creo en absoluto. ¿Pero realmente alguien cabal se puede creer que de repente esta España se ha convertido de la noche a la mañana en defensora de los derechos de los animales? La misma España que se echa a las calles descontrolada por el alcohol para torturar animales, año tras año, no puede cambiar tan pronto. Es imposible. Lo que me lleva a sospechar que el pretendido humanismo barato que rezuma por los medios de comunicación no es más que la quinta esencia del oportunismo, la zafiedad y la mentira más absoluta.
No se crean esa defensa a ultranza de los derechos humanos ni de animales que nos inunda por todas partes. Es mentira y, lo que es peor, es peligrosa. Si el próximo 7 de julio en Pamplona se dejan de correr los San Fermines juro que me hago un selfie con morritos, metiendo tripa y con el lema “Welcome refugees”. Mientras tanto, seguiré disfrutando de César Cadaval con las mismas expectativas que tenía de él antes del infortunado incidente.