jueves, 26 de enero de 2017

Los nuevos santos




En la era de internet, la muerte ha dejado de ser algo íntimo. El afán de protagonismo de nuestras celebridades ha provocado que sus enfermedades y muertes se compartan con millones de personas, lo que hace de la muerte algo casi nuevo. Cuando una celebridad fallece de un cáncer se la eleva al altar de los valientes, de los luchadores y se termina invocando a no se sabe qué dioses, en una sociedad sin Dios, para que el fallecido “nos ilumine”. De este modo, la celebridad continúa por encima nuestro, incluso muerta. La estrella en la tierra se convierte en un nuevo santo para la masa atea. Esto confirma que la masa aun no está preparada para vivir sin Dios, puesto que siempre termina buscando sus propios dioses y santos. Cuando fallece una celebridad, las redes sociales se llenan de mensajes, a cada cual más cursi. Incluso personas que no conocían a la celebridad parecen inmersas en una depresión por la pérdida. No es que la gente se haya vuelto loca, es que la gente ya estaba loca y ahora nos lo confirma en la Red.