domingo, 22 de enero de 2017

Trump en la Casa Blanca



Siempre ocurre lo mismo: cuando accede al poder alguien que no gusta a la progresía e intelectuales, se lanza a la masa a las calles. Y bien, ahí tenemos la prueba de que no son demócratas. Ocurrió en España cuando el Partido Popular accedió al poder en 2011, ante la imposibilidad de que el PSOE siguiera gobernando, habida cuenta de los desastres de su política. Basta que unos cuantos intelectuales de tres al cuarto digan que el PP es el fascismo para que cierta masa manipulable se enfurezca cual abejas zarandeadas en su panal. El PP ni siquiera había formado gobierno y los progres ya estaban nerviosos. Para ellos es tan indignante no estar en el poder que patalean en los platós de televisión, nerviosos, ante tamaña injusticia. Creen que la derecha es algo así como Franco en 1936 y trasladan esa calumnia al populacho ignorante. La derecha y la izquierda en democracia no son muy diferentes. El PP no ha eliminado ningún desatino de la izquierda, ni siquiera esa infame Ley de la Memoria Histórica, que es un tongo histórico pero que funciona. 

Trump ya se encuentra en la Casa Blanca y las protestas callejeras ya han comenzado, exactamente igual que en España en 2011. Sin embargo, hay diferencias importantes. Al PP y a los liberales tampoco les gusta Trump. En eso el PP se parece a los comunistas de Podemos. Al fin y al cabo, las democracias europeas se encuentran bien con estamentos caducos como la OTAN y la política proteccionista americana que ha caracterizado nuestras vidas desde 1945. La Unión Europea, ese proyecto fallido, tiene poco de europea y ha demostrado su ineficacia en la última crisis. La izquierda europea ha clamado contra el Tratado de Libre Comercio. Internet lleva “hirviendo” años contra el Tratado, advirtiendo de sus peligros. ¿Quién no ha recibido un documento en los últimos años que nos advierte de lo demoníaco del Tratado? Pues bien amigos, ya tenemos en la Casa Blanca a un hombre que quiere liquidar la OTAN y el malogrado TTIP y los imbéciles de la izquierda siguen nerviosos y enfadados. ¿Pero no odiabais tanto la OTAN?

No, no es casual que la masa se eche a las calles a protestar. La actriz americana Meryl Streep, que se hizo celebre por protagonizar una famosa serie en los años 70, está rabiosa. Como en España lo está Almodóvar. La diferencia ahora es que Trump responde a la actriz. En España aún ningún político osa descalificar a los sacrosantos intelectuales. Es normal que protesten. Al fin y al cabo, peligran las subvenciones y las regalías. 

Yo no se si me tiene que gustar Trump o no. Desconozco la política interna de los EEUU, como la desconocen todos los que le critican. Es fácil manipular a un votante europeo diciéndole que Trump quiere construir muros que impiden a pobres familias mejicanas prosperar en el país más poderoso del mundo. Pero se tapan los ojos ante el sufrimiento que las mafias que organizan las migraciones provocan. En Israel existe un muro ante el que los progres callan. No hay huevos para salir en la televisión denunciando ese muro pero sí hay huevos para decir que no les gusta el muro mexicano. Esto me recuerda al pacato feminismo que irrumpe en la iglesia católica pero que tiembla ante la mezquita o la sinagoga. Es así de simple. 


Trump me resulta interesante porque, por primera vez, un presidente americano se posiciona contra la OTAN y pretende un entendimiento con Rusia. Si Trump logra acabar con la guerra en Siria e Iraq, Europa tendrá mucho que agradecerle. Otra cuestión es que Trump pueda hacer lo que ha prometido. Aunque, de momento, ya ha respondido a Meryl: está sobrevalorada. Como lo están nuestros “intelectuales”.