domingo, 2 de abril de 2017

De Sabino Arana a Urkullu


No es lo mismo un partido político hoy que hace 40 o 100 años. La forma que tienen de adaptarse a los tiempos es asombrosa. Se trata de su supervivencia. Por eso vemos que hacen el ridículo a menudo. En realidad no evolucionan en vanguardia, sino que imponen el liberalismo por todos los medios. Si la sociedad rechaza el mundialismo se la ataca insultándola con estratagemas del tipo “populismo”. Y no tienen ningún remilgo en recordar a los nazis, a los fascistas y guerras pasadas. En realidad el pasado les sirve para amordazar a la población.

Del Sabino Arana al Urkullo de la fotografía media más de un siglo. ¿Por qué damos por hecho que un partido como el PNV pueda “evolucionar” de semejante manera y no lo toleramos, pongamos por caso, en el NSDAP? ¿Por qué aceptamos que los nacionalistas racistas de ayer sean los nuevos benefactores de la integración racial? ¿Por qué aceptamos que los comunistas sigan siendo los defensores de los derechos humanos?

La mejor arma que tienen los partidos liberales del momento es la indignación, digamos “positiva”, de la población. De hecho, indignar a la población es muy sencillo. Basta con mencionar a Franco o a Hitler. Y ya está. Tomemos como ejemplo un autobús que recientemente ha sido vapuleado por la masa (especialmente universitarios, el dato es importante) por afirmar que los niños tienen pene. En realidad la afirmación no es ofensiva pero si decimos que  afirmar que los niños tienen pene es franquismo, logramos que un sector vocinglero salga a las calles con el mismo espíritu combativo  que  el 18 de Julio de 1936.


Curiosamente quienes defienden la integración de personas profundamente religiosas son los mismos que han llegado a la conclusión de que los niños no tienen pene. Cómo el sistema ha podido ser capaz de crear semejante engendro lo dejamos para la sociología del futuro.