El presidente del gobierno vasco acaba de rendir pleitesía a Auschwitz, como hacen todos los mandatarios y líderes del mundialismo. Allí ha dejado un esqueje del sagrado árbol de Guernica. Dos símbolos de la cultura moderna, hermanados por fin. Hace no mucho, Otegui, ese fallido Mandela vasco, afirmó en una entrevista que ya era hora de olvidar el pasado y pasar página, en referencia a la banda ETA. Olvidar y pasar página es lo que le gusta hacer a comunistas y liberales... con su propio pasado. Pero ellos nunca olvidan el "otro" pasado, el que tanto les gusta y les da de comer, el "fascista". Es alucinante.
Y ahí tenemos al lehendakari vasco, posando con cara compungida mientras planta un árbol en el mayor símbolo de los ganadores de la 2 Guerra Mundial, como si él también hubiera vencido a nazis y fascistas malos. La historia nos sirve para justificarnos, pero nunca para salvar la verdad. Por eso, el PNV ha olvidado que, en plena Guerra Civil Española, trató de negociar con los fascistas italianos para evitar hacerlo con Franco. Los polacos también tratan de borrar su pasado antisemita (como los franceses) para seguir computándoselo a los nazis.
Guernica es un símbolo mundial (digamos mejor, "mundialista") porque el bombardeo tuvo lugar mientras Picasso pintaba un horrible cuadro para una expo universal. Y, como dijo Dalí, "Picasso es comunista". ¿Qué cuadro pintó Picasso para Dresde? Supongo que, de hacerlo, no cabría en un museo. Ni en nuestras conciencias.