martes, 28 de febrero de 2017

2 + 2 = 5



Los telediarios son una forma de adoctrinamiento. No informan, manipulan. Que una cadena de televisión privada quiera hacer sus propios telediarios ideológicos resulta comprensible. Pero que los de la cadena estatal se parezcan a los privados es aberrante. No es casualidad el orden de las noticias. Primero se da la consabida  sobre Trump, siendo lo mismo que el famoso presidente no asista a la anual cena de corresponsales que alguna gilipollez sobre su esposa. Inmediatamente después de Trump, una noticia sobre los refugiados, de forma que el espectador asocie el asunto claramente.

 Las manifestaciones a favor de acoger refugiados son constantes. Parece que la gente surge de manera espontánea  en esas manifestaciones pero nunca se informa de quién las organiza. Es un poquito sospechoso que siempre se den en las ciudades donde gobierna la extrema izquierda. Las cámaras se acercan siempre a preguntar a algún manifestante para soltar cositas simplonas como “no se puede levantar muros” etcétera. Los muros están levantados desde el principio de los tiempos y el incauto que los elimine se expone a su aniquilación. Pero en los mundos de la extrema izquierda es posible vivir sin muros, sin fronteras y queriéndonos todos muchísimo. Me permito la licencia del “extrema” ya que inmediatamente después se informa de que Marie le Pen, “candidata de la extrema derecha”,  ha sido abucheada no se dónde.

Después observo a cientos de inmigrantes saltando el muro de Ceuta y Melilla. Lo primero que me llama la atención es que los asaltantes tienen mejores cuerpos que muchos de nosotros. No denotan haber pasado hambre ni un solo día de su vida. Pero son de color oscuro y eso a nuestra intelectualidad gusta mucho. Hay que acogerlos porque ser merecen un futuro mejor. El problema es que en el futuro ni ellos ni nosotros tengamos un presente decente. 

Que los directores de cine (¿todos?) critiquen a Trump, se ofrece como noticia sobre Hollywood y sus famosos Óscares. Cada país tiene sus intelectuales. Casi siempre son actores y directores de cine que cacarean siempre las mismas bobadas y que al final se traduce en más pasta para ellos.

El final del telediario se reserva al carnaval y, claro, entre los millones de personas disfrazadas, eligen un grupo de transexuales, que al fin y al cabo, la juerga siempre ha sido un buen lugar para reivindicar. 

Soy un seguidor del cine español. La segunda cadena estatal ofrece cada noche una película, más o menos histórica. Y, claro, cuando la película ha sido rodada en la época franquista, los intolerantes protestan porque eso es más o menos una incitación al odio. Si fuera por ellos borrarían todo rastro pasado y lo adaptarían a su ideología. Son unos inquisidores modernos. Ayer se sustituyó la película por un concurso de drags queens. Me sentí un tanto desilusionado por la decisión, pero entiendo que quizá, la promoción de los culos, la ordinariez y las ofensas a la Iglesia Católica tengan su público.

Bienvenidos a la era del 2 + 2 = 5. Puede resultar divertido si el futuro de la humanidad te la suda. Pero aterrador si tienes un mínimo de sensibilidad histórica.