miércoles, 23 de septiembre de 2015

Grecia


Oído en un telediario sobre las recientes elecciones griegas: " 15 escaños para los comunistas y,lo más preocupante, 18 escaños para los neonazis". Como vemos, estamos en las mismas de siempre: los nazis son preocupantes, los comunistas no. Bueno, no es casualidad que nuestra television pública no emita día si día también documentales de guerra americanos y los sempiternos sobre malvados nazis. Me pregunto si habrá algún ciudadano que desconozca quiénes fueron los nazis. No sería más que cuestión de sacar una cámara a la calle y preguntar. Pero me temo el resultado: todos conocerán a Hitler y todos ignorarán quién fue, por ejemplo, Roosevelt. El dato es muy importante.

Hace tiempo que la izquierda, experta en artimañas y neolenguajes, puso a circular entre la población eso de que "no hay nada más tonto que un obrero de derechas". Y, como todas las frases absurdas, casi nadie la cuestionaba. Puedo entender ser de izquierdas mientras eres joven o universitario. Pero llegar a la madurez y seguir aceptando las sandeces de izquierdas significa que has meditado poco en tu vida. La izquierda vende, pero vende bien. Incluso es capaz de vender después de haber hundido un país. Siempre se las arregla para culpar al gran capital y a la derecha para engañar. Y, si bien es cierto que el gran capital y la derecha pueden ser los culpables de nuestros males, no menos cierto es que también la izquierda abraza a ese mismo gran capital porque sin él, no pueden gobernar. El mejor ejemplo de esto es Grecia. Un partido que llega al poder aborreciendo el capitalismo, las grandes empresas, la opresión y todo el discurso ridículo comunista. En Grecia se ha traicionado de nuevo al ciudadano. Cuando los comunistas terminen de hundir al país, los ciudadanos se agarrarán a ese "clavo ardiendo" que es la extrema derecha. Al tiempo.

A mi solo se me ocurre una conclusión: no hay nada más tonto que un obrero de izquierdas. Como nos decían los progres en España cuando ganó el Partido Popular en 2011: a disfrutar de lo votado.